La antropología explica como el machismo, el canibalismo, los tabúes alimentarios y otros memes que hoy pudieran parecernos disparatados han cumplido un papel en la supervivencia de las sociedades donde se dan ¿podemos explicar igualmente la función del monoteísmo? Aunque el cristianismo es un fenómeno sincrético y complejo, nos fijamos aquí en uno de los aspectos claves que explican su difusión:
Como el zoroastrismo no es un monoteísmo en sentido estricto, se suele atribuir a Ajenatón el mérito del hallazgo. Imagen de la Wikipedia El examen la historia nos muestra cómo los monoteísmos han sido siempre una medida política de centralización, a menudo impuestos desde el poder o asociados a nacionalismos. Es el caso de la Persia de Ciro, ya que el mazdeísmo zoroastriano reduce el poder de la casta sacerdotal, distribuido localmente entre los templos hasta entonces y sostenido por la oligarquía de la alta nobleza. También en el caso egipcio, bajo Amenophis IV –
AjenAtón– que centralizó el culto de los innumerables dioses con sus correspondientes sacerdotes en el de Atón, si bien sus reformas no perduraron. Otro tanto podemos decir de
Josías, rey de Judá en el s. VII a. C., que con el fin de legitimar sus ambiciones de conquista sobre le reino de Israel, centralizó el culto en el templo de Jerusalén y recopiló las tradiciones y narraciones para crear un solo libro sagrado, institucionalizando un monoteísmo judaico.
De una manera general, podemos aceptar que la aparición de la agricultura a gran escala con acumulación de excedentes hace necesaria la centralización y la creación de castas de administradores. Entre las diversas maneras legitimar estos cambios encontramos el monoteísmo, que tendría en este tipo de contexto su caldo de cultivo natural.
Intervención de un grupo de cylones. Imagen tomada de aquí Podemos encontrar un interés político de centralizar el poder en épocas de lo más variadas, pero el monoteísmo aparece como un recurso elemental, propio del paso del Neolítico a las sociedades urbanas: no obstante, el Islam y la Iglesia Constantiniana fueron creados en el siglo VII y IV respectivamente: descendientes tardíos de esta tradición ¿qué condiciones particulares han permitido el desarrollo de estas religiones tan lejos de su medio natural? Veamos el caso particular de la imposición del cristianismo:
Se suele presentar al cristianismo monoteísta como un bloque que triunfó frente al paganismo politeísta, también se suele presentar al Imperio Romano como hostil al cristianismo en un principio hasta que, en un dramático y repentino giro, se convierte. Lo cierto es que estas cuestiones son mucho más sutiles:
Respecto a la primera oposición, cristianismo monoteísta frente a paganismo, politeísta hay que tener en cuenta que el paso al monoteísmo no fue una innovación cristiana que sorprendiera al Imperio Romano, y no solo a causa de los monoteísmos anteriores que ya hemos citado. Los pensadores paganos helenísticos habían evolucionado hacia una forma de monoteísmo, en particular el neoplatonismo de Plotino, del que hablamos sucintamente
hace poco. Es un hecho que en los centros intelectuales del Imperio, muy particularmente en Alejandría, la incipiente teología cristiana se nutría de pensamiento griego, al que podemos, pues, considerar responsable, al menos en cierta medida, del pensamiento monoteísta que heredaron los cristianismos. Se da incluso la circunstancia de que el cristianismo trinitario podría resultar más politeísta que el monoteísmo pagano, como se observa en la controversia entre Celso y Orígenes.
Una de las intervenciones de Yves Modéran, de la universidad de Caén, en la serie documental El Apocalipsis, de Gérard Mordillay y Jerôme Prieur. Volveremos sobre esta fascinante serie y las otras dos de los mismos autores: Corpus Christi y El origen del cristianismo. Fragmento del episodio 7 «Contra los cristianos», capítulo IV «¿Un dios o varios?».
La segunda oposición, entre la Roma hostil al cristianismo y la Roma del cristianismo oficial, solo existe desde un punto de vista cristiano, que ve en la conversión del Imperio una finalidad cósmica. Lo cierto es que en la etapa anterior a esta conversión vemos aparecer toda una serie de medidas políticas con el fin de centralizar el poder y de reforzar las gastadas instituciones imperiales. La obligación del culto público a los dioses creó el contexto que ha sido transmitido por los autores cristianos como «persecuciones», pero que no son sino episodios de una serie de medidas centralizadoras, tomadas por Decio y Diocleciano, de las que la adopción del cristianismo por Constantino sería una más.
Intervenciones de Paula Fredriksen, de la universidad de Boston, y de David Frankfurter, de la universidad de New Hampshire, en el episodio 7, capítulo IV «La persecución de Decio»
No sólo un dios único parecía responder mejor a las necesidades centralizadoras, además aliaba la autoridad imperial con el poder paralelo que habían establecido los obispos, apoyado sobre las masas iletradas urbanas, y que ya era demasiado importante como para mantenerlo al margen.
Especular sobre si era la medida más adecuada o si se hubiera debido tomar otro camino nos llevaría sobre los caminos de la ficción histórica y la ucronía, géneros de ficción literaria. No obstante, podemos constatar que su eficacia para evitar la disgregación del Imperio fue insuficiente y que el coste en pérdida del saber científico y técnico que implicó abrumador.
El hecho de que las elites, cultas y paganas, percibieran el cristianismo, sus costumbres y la corrupción de sus obispos, como la razón de la ruina del Imperio, es otro dato que debemos considerar. Como ya vimos en
otro lugar, esa impresión era la opinión generalizada hasta el punto de que Agustín de Hipona hubo de rebatir esta idea en su monumental obra
La ciudad de Dios.
Imagen tomada de aquí Dejamos, pues, a parte la conveniencia o inconveniencia del cristianismo imperial en el contexto del la baja latinidad, pero ¿qué sentido tiene seguir arrastrando hoy medidas pensadas para apoyar un imperio desaparecido hace 1500 años? ¿Por qué seguimos soportando esa plaga? En la serie original de
Galáctica, estrella de combate, la humanidad luchaba contra los cylones, criaturas mecánicas creadas por los hombres como arma en una guerra que había terminado hacía miles y miles de yarems. Desaparecida la razón de su existencia, los zylones continuaban su labor destructora de manera ciega. Análogamente, los curas siguen usando las llaves de Jano como símbolo de su poder (hoy conocidas como llaves de san Pedro), las togas prætextas de los patricios como casullas, títulos como «pontífice» (funcionario que se ocupaba del impuesto de los puentes), su división territorial en diócesis, su latín italianizado, etc. elementos romanos pervertidos de su sentido original. Como los cylones, o como esos japoneses que continuaban emboscados durante décadas ignorando el fin de la II Guerra Mundial, los curas continúan ciegamente sembrando el dolor, la represión y la estupidez para sostener y perpetuar el desaparecido Impero Romano.
El mosaico de la capitular representa una ele capital romana, en realidad es una imagen tomada en el metro de Nueva York y publicada aquí.