Jules Verne puso en escena mensajes cifrados en varias de sus novelas, como La jangada, Viaje al centro de la Tierra y Mathias Sandorf. En esta última se usa la rejilla cuyo funcionamiento describimos en el último post sobre criptografía.
La acción comienza en Trieste, donde uno de los personajes, Sarkani, intercepta por casualidad una paloma que transporta un mensaje cuyos caracteres se distribuyen en tres matrices de seis por seis, de esta manera:
La acción comienza en Trieste, donde uno de los personajes, Sarkani, intercepta por casualidad una paloma que transporta un mensaje cuyos caracteres se distribuyen en tres matrices de seis por seis, de esta manera:
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Dos vistas de una magnífica maqueta creada por Jean-Marc Deschamps que representa un électric. Mathias Sandorf, a demás de un steam-yacht y otras naves, poseía una flotilla de estas embarcaciones sumergibles ultrarápidas que admitían, además, ser equipadas como torpederos. Imagen procedente de la apasionante página web Nemo-Technik, donde encontraran muchas más, auténticas joyas.
Esta disposición le lleva a suponer, acertadamente, que el mensaje está cifrado con el tipo de rejilla que nos ocupa. Copia el mensaje y suelta a la paloma, para ver dónde se dirige e identificar así al receptor legítimo. El volátil aterriza en una casa donde, según averigua, se dan cita tres revolucionarios que conspiran por la independencia de Hungría del Imperio Austrohúngaro.
Pese a conocer el sistema de cifrado, Sarcani piensa que es imposible descifrarlo sin la rejilla correspondiente, por lo que decide conseguirla por el laborioso método de hacerse contratar como secretario en la casa en cuestión y ganar la confianza del dueño, a la espera de la ocasión de copiarla. Sin embargo, con un poco de aplicación, podría haber violado el secreto del mensaje con lápiz, papel y mucho menos tiempo e inconvenientes; de hecho, es bastante fácil ¡anímense estimados parroquianos! Por favor, no den la respuesta en los comentarios, para no frustrar los intentos de otros, mándenla por mail a PredicadorMalvado@gmail.com. Si encuentran dificultades, no se preocupen, en unos días publico algunas pistas.
Pese a conocer el sistema de cifrado, Sarcani piensa que es imposible descifrarlo sin la rejilla correspondiente, por lo que decide conseguirla por el laborioso método de hacerse contratar como secretario en la casa en cuestión y ganar la confianza del dueño, a la espera de la ocasión de copiarla. Sin embargo, con un poco de aplicación, podría haber violado el secreto del mensaje con lápiz, papel y mucho menos tiempo e inconvenientes; de hecho, es bastante fácil ¡anímense estimados parroquianos! Por favor, no den la respuesta en los comentarios, para no frustrar los intentos de otros, mándenla por mail a PredicadorMalvado@gmail.com. Si encuentran dificultades, no se preocupen, en unos días publico algunas pistas.
Francisco Rabal como Frédéric de Rotenbourg, en la versión de 1963. Hubo otra en 1921 y una miniserie húngara en 1979
Extra:
Las rejillas son un ejemplo elemental de criptografía mecánica, como lo es la vara de los espartanos que vimos recientemente, los relojes de cifrar (o discos de Alberti) que mostramos aquí o la llamada regla de Saint-Cyr.
Las rejillas son un ejemplo elemental de criptografía mecánica, como lo es la vara de los espartanos que vimos recientemente, los relojes de cifrar (o discos de Alberti) que mostramos aquí o la llamada regla de Saint-Cyr.
Ya vimos dos relojes de cifrar, uno usado en la guerra de secesión estadounidense y otro encontrado en una caja de cereales; arriba vemos un modelo más complejo, fabricado por Gravelle en 1913. Abajo, el criptógrafo automático, fabricado por Alexis Køhl en 1889. Ambos ingenios se conservan en el Musée des arts et métiers de París, alto lugar del steampunk
La más elaborada y canto de cisne de las máquinas de cifrar fue la Enigma, utilizada por los alemanes en la II Guerra Mundial. Si han seguido con atención los precedentes post sobre la materia, no les será difícil comprender su funcionamiento; se puede describir como una serie de discos de Alberti en cadena, o como una tabla de Vigènere que usara una palabra clave muy, muy, pero que muy larga, o la combinación de muchas claves monoalfabéticas diferentes, tantas como caracteres tendría la palabra clave a la que hacíamos referencia. En todo caso, Omalaled ha publicado un excelente post estos días donde explica de manera clara su funcionamiento.
Algunas pistas, AQUÍ. La solución AQUÍ
La letra capitular está tomada de una edición de la novela impresa en Roterdam y disponible en el proyecto Gutenberg; en su lengua original está en Wikisource y traducida al inglés en Internet Archive, así que ya no tienen excusa para no leerla, salvo que se trata de una novela malísima.
Algunas pistas, AQUÍ. La solución AQUÍ
La letra capitular está tomada de una edición de la novela impresa en Roterdam y disponible en el proyecto Gutenberg; en su lengua original está en Wikisource y traducida al inglés en Internet Archive, así que ya no tienen excusa para no leerla, salvo que se trata de una novela malísima.
3 comentarios:
Esas rejillas mecánicas tienen un acabado ornamental magnífico. No me importaría tener una en mis estanterías.
Llevo un rato intentándo descifrar las matrices, pero sólo consigo palabras con letras desordenadas. A ver si con las pistas...
Gracias al post enlazado he captado el detalle de los libros de códigos que me faltaba en la historia de las Enigma. Sabía lo de la intercepción de una por los servicios británicos pero, aunque asumía que tenían un calendario con los ajustes pertinentes para la máquina, no estaba seguro de cómo los predeterminaban.
Habidas cuentas del empleo de los sistemas informáticos con una capacidad de procesamiento y encriptación descomunales hoy en día, creo que una de las pocas formas de cifrado que no se podría romper facilmente sería una codificación simbolista-metafórica en la que las referencias culturales y figurativas del mensaje sólo fuesen conocidas por los comunicantes.
Naturalmente, esto impondría limitaciones logísticas en el entrenamiento del personal y crearía indivíduos difícilmente prescindibles pero las ventajas serían obvias en el contexto hipertecnológico en que nos hallamos.
Esos cachivaches no los llamaría yo «rejillas», Tsuko, el primero es uno de los que se suelen conocer como relojes de cifrar y el segundo tiene pinta de generar también códigos para sustitución, aunque la verdad es que lo único que sé de él es eso, la pinta que tiene.
Illuminatus, las fuerzas armadas estadounidenses emplearon un sistema similar al que propones en la IIGM sin necesidad de invertir en una formación, puesto que los agentes ya estaban entrenados; eran los Navajo code talkers. Parece ser que el navajo es una lengua rarísima, poco hablada, con una gramática y vocabulario de lo más abstruso y una fonética que parece poco más que ruidos a todo no navajo, es decir, a casi todo el mundo. Aunque los navajo fueron los más famosos, también se usaron otras lenguas nativas amerindias e incluso el vasco, pero este último fue finalmente sustituido por el navajo ¡porque no encontraban suficientes hablantes de vasco!
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