Ya se habrán ido dando cuenta de que se trata de un blog en el que se habla de cosas de lo más dispares; sin embargo creo que hay un hilo común que une, aunque no a todas, sí a gran parte de las entradas publicadas hasta ahora (y espera unir las venideras): la curiosidad por encontrar los mecanismos de los procesos narrativos en diferentes medios; literarios, visuales, etc.
A veces simplemente busco porqué una obra me gusta o me disgusta; una perspectiva personal, casi íntima, que permite el género blogístico. En el caso de las entradas que versan sobre ateología, pese a que hasta ahora han tenido un tono humorístico, el compromiso es mayor, ya que al resaltar los mecanismos ficcionales de los textos religiosos (a menudo inconsistentes, contradictorios y sobreestimados desde el punto de vista literario) se busca cierta función social, subrayando el absurdo de los monoteísmos.
Toda lectura de una ficción nos exige la aceptación temporal de ciertos elementos que no creemos en nuestra vida ordinaria; por ejemplo nos creemos que Superman viola las leyes de la física mientras vemos la película. Los elementos que nos imponen los textos religiosos que tratamos son tan numerosos que renunciamos a analizarlos todos al mismo tiempo; estamos obligados a aceptar siempre algunos, como hipótesis de trabajo. Por ejemplo, en la pregunta que hacíamos el domingo pasado (y que comentaremos mañana) aceptábamos, al menos, que:
-Dios existe y anda enfadándose con unos y otros y mandando maldiciones.
-Que los antiguos israelitas eran monoteístas en la época en la que se supone el desarrollo de la acción (desmentido por los textos y por la arqueología).
-Que Moisés hizo fabricar el objeto conocido como Arca de la Alianza (cuando la arqueología desmiente la existencia del personaje).
-Que dicha Arca existió (debe ser el rastro mitificado de algún antiguo objeto de culto, en ningún caso pudo responder a la descripción que aparece en la Biblia (decorada con dos querubines) ya que la iconografía angélica fue adquirida por las religiones semíticas por influencia de las iranianas durante el cautiverio babilónico (unos 700 años posterior a la aparición del Arca según la cronología de la Biblia de Jerusalén).
Valga como nota metodológica; en futuras entradas ateológicas nos veremos obligados a aceptar (y a veces lo mencionaremos) elementos ficticios o terriblemente improbables para analizar un fragmento en particular sin necesidad de hacer una enmienda a la totalidad, que sería un trabajo largo y titánico, incluso para los lectores.
Hasta mañana, estimados lectores, tendremos ocasión de ocuparnos de nuevo del Arca.
2 comentarios:
No sé otros pero yo me lo paso en grande. Por cierto, ¿conoce la versión de la historia sagrada planteada en la Clave Masónica de Christopher Knight y Robert Lomas? Es mucho más interesante, sólida (de acuerdo con las evidencias) y divertida que la oficial.
Gracias por su apoyo y asiduidad, Illuminatus. No conocía a estos autores, pero créame que he tomado nota.
Publicar un comentario