El gorila ocupa un lugar mayor como expresión de nuestro inconsciente: como vimos en otro artículo, hereda el simbolismo de bajos instintos que siempre se habían expresado en la iconografía con monos, añadiendo componentes de fuerza y tamaño que lo hacen invencible, por lo que recupera los paradigmas de la bella y la bestia y de la fantasía de dominio-sometimiento sin límites físicos o morales.
Pero el gorila no se conoció hasta bien entrado el s. XIX y su primera descripción científica se hizo esperar hasta 1920, mientras tanto, y a la espera de King Kong, su expresión más perfecta, esas fuerzas de nuestro inconsciente buscaban donde encarnarse y los escritores decimonónicos ensayaban con distintos simios.
Aubrey Beardsley subraya en esta ilustración para el relato de Poe la relación dominio-sometimiento
Poe, de quien celebramos recientemente el bicentenario, echa mano del orangután en varias ocasiones: una de ellas, en las que la dominación y la brutalidad hacia las frágiles hembras humanas llega hasta al asesinato, es el célebre caso de Dupin «Los crímenes de la rue Morgue». En este caso se expresa también otra de las facetas de esa bestialidad: el simio como remedo imperfecto del ser humano, el «mono de repetición» cuando intenta un afeitado a la navaja navaja.
Pero vamos, por fin, a Sherlock Holmes. En «La banda moteada», al brutal y malvado padrastro de la damisela en apuros, el Dr. Roylottl, le gusta rodearse de animales salvajes, que no son más que la proyección de su propia animalidad: entre ellos se encuentra un babuino, que ronda libre por el jardín desde el anochecer junto con un guepardo. También los instintos asesinos del Dr. Roylott se liberan con la complicidad de la oscuridad.
El inovador cirujano francés de origen ruso Serge Voronoff
Pero muy a menudo los instintos implican deseo y potencia sexual, como apuntábamos antes. En este ámbito encontramos un ejemplo perfecto en otro relato de Sherlock Holmes «La aventura del hombre reptante». El prestigioso y hasta entonces respetable Profesor Presbury se conduce de manera extraña; descubriremos que, con el fin de seducir a una joven, intenta recuperar el vigor juvenil inoculándose un suero procedente del langur carinegro. H. Rowenstalh, de Praga, que le suministraba las dosis, hubiera preferido tomarlo de un antropoide, categoría de la taxonomía de la época donde clasificaban a los grandes simios (orangutanes, gorilas y chimpancés) y equivalente al actual superfamilia Hominoidea, salvo en que excluían de ella al ser humano.Langur carinegro (Presbytis entellus) en una fotografía de Wildphotons
Algunos autores, como David Stuart Davies, han considerado esta aventura holmesiana demasiado fantástica, demasiado cercana a la ciencia ficción más barata. Sin embargo, esta no era la percepción que tendría un lector de la época. En la fecha de la publicación del relato eran célebres las experiencias del doctor Serge Voronoff, por sus experimentos en los que injertaba glándulas de simios en testículos de seres humanos con el fin de rejuvenecerles. Muchos ricos acudieron a él para someterse a su terapia, de manera que la trama del relato se relaciona con una linea de investigación que, a principios del siglo XX, parecía prometer un exitoso desarrollo.
La capitular está montada sobre una imagen encontrada aquí.
La capitular está montada sobre una imagen encontrada aquí.
7 comentarios:
A mí los babuinos no me gustan nada. Me dan miedo.
"Los crímenes de la rue Morgue"... un relato apasionante, aunque me pregunto como habrá entrenado al gorila para que sea tan asesino... no sé si esa actitud pasaría el examen de los zoólogos actuales, es decir, no sé si podría considerarse plausible hoy en día. (Voy a probar de entrenar a un gorila y después se lo envío al vecino, a ver qué tal ;)).
En realidad, Dark, el pobre orangután de los crímenes de la calle morgue sólo estaba jugando a ser el barbero de madame L'espanaye. Cuando ve a su amo y piensa que lo va a castigar a latigazos intenta ocultar lo que ha hecho - y así es como la pobre hija terminó en la chimenea.
Predicador, en corcondancia con la línea que plantea también se podría mencionar la estatua de Frémiet, que creo que es de finales del siglo XIX y se puede ver en el Jardin des Plantes. Es un gorila raptando a una mujer desnuda, al mejor estilo King Kong.
Ahí está parte de la gracia, Ginebra, los simios comparten con los autómatas, por su parecido con los humanos, un lugar en el valle inquietante
, una cuestión sobre la que me gustaría hacer un post o una serie de post.
Efectivamente, Dark, en la época un escritor podría haber sucumbido a los prejuicios que consideraban a los simios salvajes y asesinos, pero, como dice Malena, no es el caso de Poe, que encuetra un subterfugio para explicar de una manera sensata la conducta del animal. Hoy los vemos más como víctimas que como verdugos, ya que tanto los gorilas como los orangutanes están en grave peligro de extinción a causa de la acción del hombre, como bien recordabas hace poco.
En cuanto a la estatua a la que haces referencia, Malena, es realmente maravillosa e ilustra perfectamente la idea de los gorilas que se tenía a finales del XIX. También ya se apodera de la idea del gorila como potencia sexual imparable: lleva a la mujer raptada al hombro, en la otra mano lleva una piedra en guisa de arma y en el pecho una flecha calvada. Frémiet no sólo intenta ser los más fiel a los conocimientos científicos de la época (al final le queda más parecida a un chimpancé grande que a un gorila) sino que nos cuenta una historia: el simio ha asaltado un poblado humano y parte con sus heridas y su botín. Si no he ilustrado el post con una foto de la estatua ha sido por no repetirme; ya el año pasado tuve ocasión de hablar sobre la iconografía del simio y ahí sí resultó inevitable recurrir a ella.
Me gustaría apuntar que, además, nuestro parentesco es mucho más próximo con chimpancés y bonobos (ambos del género Pan) que con los otros grandes simios. Esto se manifiesta, entre otras cosas, en que los chimpancés son carnívoros, agresivos y hasta caníbales y poco próximos a una imagen idílica y comeflores de ellos. Los bonobos, por otra parte, son conocidos por sus estrechos lazos sociales mediados por el empleo del sexo (mayoritariamente no forzado) en distintas instancias. Son algo así como dos extremos opuestos del espectro de comportamiento que se aprecia en los humanos.
Gracias por la precisión, Illuminatus, yo no tenía conciencia de ello hasta que vi ayer el cladograma de la Wikipedia investigando para este artículo ¡Qué gran cosa la Wikipedia! Hasta ahora me había quedado en la versión del Naturaleza amiga/animales; más abajo ponen también las distintas versiones que han propuesto los científicos a medida que perfeccionaban sus conocimientos.
Una aclaración, ILUMINATUS, que estoy seguro no tomas como una crítica negativa.
La razón por la cual los comportamientos del Bonobo y del Chimpancé son dos extremos opuestos del comportamiento humano se encuentra en la lectura moral de tales comportamientos por parte del ser humano. Lo mismo que sucede con el Gorila y que el Predicador ilustra.
Desde un punto de vista científico son dos estrategias alternativas cuya validez puede ser evaluada por su éxito aunque esto no signifique principios objetivos y universales a causa factores aleatórios.
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