jueves, 7 de junio de 2007

El sexo de los curas

uchas son las formas del sexo. En estos días primaverales muchas especies se dan con placer y alegría a la actividad que más aprecian. Aunque la capacidad mental excepcional de los humanos nos permite encontrar imaginativas variaciones, hay que admitir que el arte a penas ha llegado a superar las posibilidades que la naturaleza ha encontrado por sí misma: masturbación (mutua y solitaria) sexo oral, sodomía, homosexualidad, bisexualidad, sexo en grupo, etc. son prácticas corrientes en el reino animal (cf. este artículo si no tienen tiempo, pero estos tres son apasionantes; 1, 2 y 3). A menudo en los animales el placer se ha asociado al sexo: lo que evolutivamente es un refuerzo para asegurar la descendencia ha hecho de él algo más que una mera función reproductiva.

Hay una práctica, sin embargo, exclusiva de los humanos: consiste en encerrarse de por vida en grupos homosexuales (entiéndase en el sentido etimológico del término «del mismo sexo») bajo juramento de no mantener contacto sexual alguno. Naturalmente es una práctica minoritaria pero ¿qué razones pueden llevar a una persona a actuar de esta manera antinatural? Un profundo análisis multidisciplinar sería necesario para responder esta pregunta; conformémonos aquí con esbozar algunas hipótesis:

A pesar de lo sano, divertido y necesario del sexo hay que señalar igualmente que su aprendizaje y práctica resulta difícil y lleno de los peligros y tormentas interiores que han generado toda la literatura psicoanalítica. Es fácil concluir que el celibato y la reclusión son intentos de escapar de esas tribulaciones.

Hay que tener en cuenta el aspecto social: durante siglos en nuestra cultura (y en otras también) se ha considerado negativamente el sexo, como algo sucio y degradante (bajos instintos). Innumerables personas han vivido angustiadas por la culpabilidad, creyendo que sus impulsos sexuales eran algo impuro (como era un asunto del que no se hablaba podrían creerse que eran excepciones anormales). Imaginen el caso, sin duda habitual, de una mujer que para escapar de su apetito sexual se metiera a monja ¡qué sufrimiento! En este contexto es fácil adivinar que cuanto mayor es el rechazo del medio hacia los sentimientos de un individuo, mayor su necesidad de huir de ellos; tomar los hábitos se convierte así en la solución más evidente para un homosexual creyente.

Seminaristas jugando al fútbol, Madrid, 1959.
Fotografía de Ramón Masats (Premio Nacional de Fotografía 2004)

El sufrimiento de estas gentes es horrible, pero lo peor es que, de víctimas, se convierten en verdugos, expandiendo las doctrinas que les han llevado a sus triste situación. Por otra parte su intento de huir del sexo (de la realidad) es inútil, derivando en prácticas disimuladas que se benefician del secretismo y la estructura jerárquica de las instituciones eclesiásticas; los que tienen una posición de fuerza hacen padecer a los más débiles. Así, cuando surgió el escándalo, hace unos años, de las monjas violadas por misioneros en África, en sus denuncias aclaraban que sólo lo habían hecho cuando el sexo con nativas se había hecho demasiado arriesgado a causa del aumento del sida; las nativas no decían nada; las monjas a menudo también callan, obligadas por sus jefes, aunque no todas: tras la publicación de informes como los de la hermana María O'Donohue y el de Maura Mcdonald, el Vaticano se ha visto obligado a reconocer el fenómeno. Similar relación con la ocultación y las estructuras de dominación tienen los casos de pedofilia perpetrados por sacerdotes. Lejos de constituir escándalos aislados se trata de un fenómeno general que moviliza importantes sumas de dinero vaticano (para su encubrimiento) y la generación de una normativa interna (para su encubrimiento); el documento titulado Crimen Sollicitationis. Sobre este particular les recomiendo el escalofriante documental divulgado recientemente en Razón atea. Fernando G. Toledo, en los comentarios a ese post, menciona otro elemento para explicar la abundancia de casos; el efecto llamada que provoca en los pedófilos una poderosa institución dispuesta a encubrirlos.

Acabamos con dos referencias a las epístolas de Pablo:
El concepto, tan caro al lenguaje curil de «contra natura» procede de Romanos 1, 26: Por esta razón Dios los entregó a pasiones degradantes; porque sus mujeres cambiaron la función natural por la que es contra la naturaleza; aunque con ello se refieran a prácticas completamente naturales, como hemos visto.

La actitud del cristiano ante el sexo se legisla en 1 Corintios 7, 7-9: Sin embargo, yo desearía que todos los hombres fueran como yo [célibes]. No obstante, cada cual ha recibido de Dios su propio don, uno de esta manera y otro de aquélla. A los solteros y a las viudas digo que es bueno para ellos si se quedan como yo. Pero si carecen de dominio propio, cásense; que mejor es casarse que quemarse. Es decir, que lo mejor es evitar el sexo, pero si no puedes, cásate para tener a tu cónyuge a mano para momentos de debilidad, cuando no te aguantes. Tipo sano donde los haya el bueno de san Pablo.

4 comentarios:

Montse Akane dijo...

Me quedo sin palabras es totalmente ESCALOFRIANTE... lo de las violaciones a monjas en las misiones me ha parecido horrible... encima las dejaban embarazadas y les obligaban a abortar LOS MISMOS CURAS....

...Bueno y lo de la pedofilia e incluso ZOOFILIA... y además que lo escondan de ese modo...hasta el mismo Papa...

Horroso :_-(

Evil Preacher dijo...

Los hechos son escalofriantes. A demás, teniendo en cuenta lo eficaz del encubrimiento, es evidente que sólo nos enteramos de la punta del iceberg. Imagina las relaciones de sumisión que se establecen entre las fieles y sus confesores conocedores de todos sus deseos y pensamientos; imagina lo que sería en épocas pasadas cuando el poder de la Iglesia era mayor, con amenazas como la excomunión o la Inquisición.

Sin embargo, no hemos profundizado en estas cuestiones, ya que el fin del artículo era subrayar que estas prácticas no se deben a «ovejas descarriadas» si no que son connaturales a la Iglesia, puesto que se derivan de sus falacias doctrinales, de sus textos fundacionales y de la estructura de su organización.

Anónimo dijo...

solo os digo una cosa....PUTOS ROJOS HIJOS DE LA GRANDISIMA PUTAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA

Evil Preacher dijo...

Gracias, anómimo, las reflexiones profundas y bien argumentadas son siempre bienvenidas, sobre todo cuando, como en tu caso, dan el punto de vista de los que no piensan como nosotros.