En realidad, podemos encontrar una estética más o menos steampunk en historias ambientadas en épocas muy diversas, veamos algunos ejemplos:
Los más remotos podemos encontrarlos en civilizaciones legendarias o antiguas, como la Alántida o Mu, cuyos mecanismos, a base de contrapesos, correas de transmisión de cuerda y piezas giratorias no están muy lejos del steampunk medieval: a menudo son trampas y enigmas con las que se encontrarán Lara Croft, Sidney Fox y otros apandadores de tumbas.
Más próximo al puro steampunk es el helenístico, que cuenta con bronce y ruedas dentadas, inspirado en los ingenios de Arquímedes o de Ctesibios y Herón de Alejandría.
También está el quattrocentista, inspirado en Leonardo o en Leon Battista Alberti (que ya mencionamos aquí) como el steampunk barroco en Athanasius Kircher.
También cabe uno rococó, poblado de autómatas y cajas de música y uno romántico, en el que el doctor Copelius da libre curso a su agalmatofilia gracias a sus habilidad en mecanismos de relojería.
El siglo XIX, por su puesto, cuenta con todos los vapores, remaches y cigüeñales de la revolución industrial, a demás de los autores de ciencia ficción de entonces, que darán materia y argumento a muchas ficciones de este tipo. La posibilidad más moderna incluiría tecnología de aspecto similar a la de las guerras mundiales; se pueden aceptar válvulas, clavijas e incluso teléfonos de trompetilla: el límite podemos fijarlo en los transistores y microelectrónica en general, totalmente proscritos de este universo estético.
Naturalmente no sólo se explotan épocas históricas reales, también ucronías y otras lineas temporales paralelas, futuros lejanos así como mundos completamente ajenos al nuestro y, por tanto, de nuestra historia.
Hemos visto más arriba cómo las obras adscritas a este universo estético pueden definirse según sus referencias históricas, siguiendo otros criterios podemos situarlas en otros ejes que nos serán de utilidad:
La intensidad y cantidad de elementos de estética steampunk:
En un extremo del eje tenemos ficciones en las que aparecen elementos de este tipo puntualmente, a veces aislados, como en Alias, en los momentos en los que vemos los ingenios de Milo Giacomo Rambaldi, mientras que el resto de la serie se adscribe a una estética propia de las ficciones de espías con gadgets de alta tecnología. Más elementos tenemos en Farenheit 451, como los teléfonos, los uniformes y el coche de bomberos, en un ambiente donde predomina el futurismo pop.
Arriba, uno de los más complejos ingenios de Rambaldi; abajo, un momento de La ciudad de los niños perdidos
Así podemos multiplicar los elementos, hasta llegar, por ejemplo, a Fullmetal Alchemist, donde el steampunk es muy importante o a ficciones que nos sumergen en un universo saturado de esta estética hasta sus menores detalles, como Last Exile o La ciudad de los niños perdidos.
Otro criterio es la relación de los elementos estéticos steampunk con el argumento: en ocasiones estos elementos son meramente decorativos, sin relación directa con el meollo de la cuestión, mientras que otras veces están regidos por las bases mismas del argumento y, cuando es así, puede esta rección ser de diferente intensidad y manera:
Un ejemplo de elemento decorativo son los «vanship» (cazas) de Last Exile: parecen biplanos de la I Guerra Mundial sin alas y sin hélice; a pesar de las precisiones técnicas a propósito del líquido claudia, si tuvieran pinta de x-wing la historia no se vería afectada, si bien entran dentro de la lógica estética del conjunto. Peor es el caso de los centauri de Babylon 5, cuyos uniformes militares decimonónicos parecen trasplantados y aspiran en vano a dar profundidad y carisma a los personajes. El primer ejemplo entra dentro de un tema estético, el segundo es un detalle ambiental.
El éxito de esta estética ha hecho que se acepten elementos propios de ella en contextos que le son extraños, como por ejemplo, en el animé Heat Guy J, fiel al Ciberpunk más puro, el sofisticado androide J expulsa en ocasiones grandes chorros de vapor, sin que se nos explique la razón técnica.
Arriba, un vanship de Lastexile: un biplano áptero, si me permiten la contradictio in adjectio.
A la izquierda, Londo Mollari, embajador, a la derecha Thufir Hawat, maestro de asesinos. Los centauri de Babylon 5 están evidentemente inspirados en los mentat de Dune
Una forma de rección de la estética por el argumento muy común es introducir un elemento que ha inhibido de alguna manera el desarrollo tecnológico tal como lo conocemos: así, en Fullmetal Alchemist, el uso habitual de la alquimia ha hecho innecesarios muchos avances técnicos, en Farenheit 451, una sociedad sin cultura escrita orientaría de manera diferente sus mecanismos de desarrollo, en Brazil, un sistema entorpecido por el exceso de burocracia y falta de libertad tendría una innovación tecnológica morosa, en Dune, la Yihad Butleriana había prohibido las máquinas pensantes y las humanoides, etc.
En otras ocasiones, el steampunk es una estrategia para hacer aceptar al espectador la posibilidad de la existencia de tecnología muy elaborada en épocas pasadas; así, en Van Helsing, los gadgets que utiliza el personaje o el laboratorio del dr. Frankenstein deben parecer productos del s. XIX, así como los ingenios de Rambaldi han de tener un aspecto renacentista.
Similar al caso precedente es el caso de los manitas que fabrican artesanalmente en su casa sus propios aparatos, descartando estéticas hightech que implicarían el uso de productos industriales y dependencia de grandes compañías: es el caso de Wallace y Gromit, quienes fabrican en su sótano desde un cohete espacial hasta unos pantalones semovientes, aplicando técnicas de bricolaje. Incluso la muy sofisticada y altamente tecnológica Blade Runner se tiñe de steampunk en diversas ocasiones, en relación con lo que nos ocupa, cuando llegamos al apartamento de J. F. Sebastian y vemos sus inventos caseros. En esta ocasión se une el stempunk con el ciberpunk.
Otro caso, que podemos considerar una variante del precedente, lo encontramos en distopias como Delicatessen, donde la degradación de la sociedad ha obligado al reciclaje y apaño de bienes de consumo obsoletos.
En ocasiones la estética la produce la desviación ucrónica: así, por ejemplo, en un mundo donde Alemania hubiera ganado la II Guerra Mundial, no sólo disfrutaríamos del estilo art-deco autoritaro de los proyectos de Hitler (uno de los estilos arquitectónicos más explotados en el steampunk, como veremos) y de bonitos uniformes, también podemos especular que el desarrollo tecnológico hubiera seguido otra senda, con la mejora de los zepelines, por ejemplo.
Steampunk, en su sentido más propio, se aplicaría únicamente al que encontramos en creaciones que profesan intencionalmente esa estética, creadas en fechas posteriores o inmediatamente anteriores a la creación del término, tanto las narrativas que hemos mencionado, como objetos, tales como el telectroscopio de Paul St George de Londres o los gadgets tecnológicos modernos maquillados en este estilo, como el teclado de ordenador que pueden ver en la ilustración de abajo. Los creadores se adscriben pues a un movimiento establecido, con cánones estéticos claros y cierto sentimiento de pertenencia a una comunidad; su actitud es retrofuturista.
La imagen de arriba está tomada de aquí: abajo, el telectroscopio de Paul St George, en Londres, a través del cual se ve Nueva York, en una fotografía de Matthew Andrews
Otras veces se usa el término para referirse a obras anteriores a su acuñación, sean creaciones literarias o artefactos y también a proyectos o tecnologías cuyo desarrollo fue truncado, como los mencionados zepelines. Cuando lo usamos proyectamos el concepto hacia el pasado. Si bien el steampunk se basa supuestamente en estas creaciones pretéritas a menudo se exageran los elementos que encajan en los cánones hoy establecidos: por ejemplo, el Nautilus de Verne: en la versión cinematográfica de 1916 el submarino tiene una representación menos steampunk que en la de 1954 lo que seguramente estaba más cerca de la idea del autor, que se basaba en los submarinos y proyectos de su época, fusiformes y sobrios, sin tanto ojo de buey y lucecilla. La versión del 54, no obstante, ha sentado la iconografía aceptada de este submarino, irrenunciable en las versiones posteriores. El hecho de que la ciencia ficción clásica sea un campo evidente de explotación para la estética que nos ocupa ha hecho que algunos la llamen «proto-steampunk». La actitud de los creadores, en este caso, es futurista, ya que escritores como Verne especulaban con las posibilidades de la técnica y los ingenieros, en otro nivel, también.
Arriba, la versión del Nautilus de Disney en una maqueta tomada de aquí, abajo, la de 1916
La máquina del tiempo y su creador
La verdadera creación de esta estética, en las décadas precedentes a la formulación del término, corre a cargo de las adaptaciones cinematográficas de la ciencia ficción a la que acabamos de hacer alusión. Así, en la novela de La máquina del tiempo de G. H. Wells, la descripción del artefacto es bastante vaga: los creadores de la película de 1960 hubieron de darle un aire victoriano para que encajara con la época de la acción, en virtud del principio de verosimilitud evocado más arriba. Por un lado no son más que los herederos directos de los creadores «proto-steampunk» (escritores, ingenieros y muy particularmente los ilustradores de las novelas) pero tienen más en común con los creadores de steampunk en su sentido propio, tanto por una búsqueda estética similar, delatada por evoluciones como la del aspecto del Nautilus que hemos mencionado, como por que su actitud es retrofuturista. Otra cuestión, sobre la que quizá volvamos un día, sería saber dónde situamos el corte: de las versiones de 20.000 leguas de viaje submarino anteriores a la del 54 ¿cuál dejó de ser futurista para empezar a ser retrofuturista? ¿la de 1907, la del 13, la del 16 o la televisiva del 52?
Los ejemplos citados hasta ahora pueden situarse fácilmente en un punto u otro de este eje; en La máquina del tiempo es ésta el elemento fantástico introducido, mientras que en Dune encontramos un rico universo con su política, ecología, etc. Podría ser revelador ver cómo cambia el tema nazi, en función de su posición en este eje: Fatherland representaría un ejemplo próximo de la realidad, sin otro elemento fantástico que el supuesto de que Alemania hubiera ganado la guerra. Un poco más allá en el eje se explotarían los proyectos y prototipos que, según parece, los alemanes estaban probando hacia el final de la guerra; esto admite diferentes grados de exageración, hasta llegar al maravilloso Carro acorazado superpesado caminante que nos proponen en Original Vehicles y pueden ver aquí abajo (encontrado gracias al Blog Ausente).
El animé Metrópolis, basado en el manga de Tezuka, podría considerarse una extrapolación del tema nazi en el extremo más fantástico de esta coordenada. Algunos elementos para confortarnos en esta hipótesis serían: los uniformes, cuerpos paramilitares al estilo de los camisas pardas, el dictador, la arquitectura art-deco autoritaria y, sobre todo, la manipulación de la población, cuyo descontento es canalizado hacia una minoría usada como chivo expiatorio (en este caso se substituye a los judíos por los robots).
La arquitectura de Metoroporisu de Rintaro se inspira en la de Fritz Lang, que a su vez se basaba en los proyectos futuristas de aquel entonces
En los universos menos fantásticos, se explotarán aparatos o creadores que realmente existieron: ya hemos mencionado a Herón, Leonardo, Alberti, Kircher, etc. y podedríamos alargar la lista con Tesla, Rühmkorff y muchos otros. La historia está llena de elementos reales explotables en un univreso steampunk, desde la calculadora mecánica Curta, pasando por el jugador de ajedrez de Mäzel y la máquina diferencial de Babbage a las cotas de malla usadas en la I Guerra Mundial y otras tecnologías olvidadas. El primer paso de aquí a la fantasía consiste en la exageración, interpretación o en tomar lo que solo fueron proyectos por realidades. Esta interpretación puede ser tan sutil como hacer que un Savoia S. 21 sea monoplano en lugar de bilano, como vimos en la entrada dedicada a Porco Rosso. De ahí, hasta la creación de un universo completamente fantástico al estilo de Last Exile, hay muchos grados posibles:
A veces el pacto de ficción nos propone un mundo que podemos tomar por el nuestro, lo que ocurre es que la historia ha olvidado algunos hechos, como puso de manifiesto el descubrimiento del mecanismo de Anticitera o se oculta la verdad: es la posición de Hellboy o de La liga de los caballeros extraordinarios, cuya acción se supone en el curso normal de la historia, aunque el ciudadano de a pie ni siquiera pueda imaginarse lo que se cuece. En el caso del Sherlock Holmes de Miyazaki, el hecho de que se plantee un universo perruno crea una distancia que permite mayor flexibilidad en la anacronía y la fantasía de las máquinas que aparecen. Un caso notable de la técnica de exagerar tecnologías existentes es Steamboy, al situarse en un lugar y un tiempo muy concreto, la gran exposición universal de Londres de 1851, precisamente conocido como punto de encuentro de la tecnología más avanzada de la época.
Calculadora mecánica Curta, imagen tomada de aquí. Abajo, fragmento de la máquina diferencial de Babbage en una imagen de la Wikipedia
Otra fuente de tecnología steampunk es, como hemos mencionado, la literatura del s. XIX y XX que algunos han llamado «proto-steampunk». Ya hemos visto que los elementos explotables pueden ser exagerados para adaptarse a los cánones. Esta exageración puede darse en mayor o menor grado, hasta el punto de sacar de donde no hay; por ejemplo, si los elementos explotables en el precedente ejemplo de 20000 leguas de viaje submarino eran evidentes, en el caso de las aventuras de Sherlock Holmes hay que buscarlos con más atención, pero están ahí (el submarino Bruce Padington, la prensa hidráulica del «Pulgar del ingeniero», etc. Un día dedicaremos un post a este particular) listos para ser exagerados por el amante del Steampunk. En ocasiones no hay gran cosa, como en El retrato de Dorian Gray, lo que no ha sido óbice para que el personaje sea incluido en la versión cinematográfica de La liga de los caballeros extraordinarios.
Aunque a veces la magia haya hecho innecesario el desarrollo normal de la tecnología, en otros universos ésta parece una rama más de la magia, al mismo nivel que la alquimia o la necromancia; es el caso en El castillo ambulante y Hellboy
28 comentarios:
Con la mejora de los zepelines? XDDD es usted un pozo de sabiduria, Preacher!!
Estos articulos suyos son... no sabria decirle que son, pero me gustan.
Esto es de lo mejor que he leido en mucho tiempo. Es un tema con mucho jugo y que da para un análisis bastante concienzudo, sobre todo, como indicas, por el revisionismo que se ha aplicado a lo que, en tiempo pasado, era ciencia-ficción pero ha sufrido el embate de los avances tecnológicos que la han dejado atrás.
Me gustaría apuntar que, si acaso, hay un elemento de coherencia en el Strampunk, o por lo menos debiera serlo, radicaría en la presencia de un espíritu futurista. De un tiempo a esta parte (creo que sería coincidente con la SGM y el descubrimiento de las armas atómicas y termonucleares), el futurismo cayó en el olvido o en la mala prensa directamente. La ciencia y la tecnología que nos permitieron mejorar el nivel de vida se revelaron como medios para conseguir la aniquilación no ya del ser humano, sino del planeta. El futurismo, por otra parte, planteaba un cierto optimismo en el desarrollo de ambos medios y justifica tanto la edad dorada de la C-F americana (propagada por los pulps, publicaciones asequibles durante la Gran Depresión) como en la soviética, de sesgo diferente.
Creo que hoy día falta futurismo per se y que la influencia del Cyberpunk en los años 80 acabó por arrinconar casi del todo el género, por lo menos a nivel literario.
Un aplauso Predicador, me ha parecido un artículo completo y ameno. Como siempre, en realidad.
Una noche, bastante tarde, mi novia y yo empezamos a ver una película en la tele que no pudimos identificar, pero que a raíz del fotograma de "Sky Captain" que usted ha incluído en el post, creo que es precisamente esa. Le agradezco que haya puesto la imagen; me ha echado una mano sin saberlo.
Ante este artículo tan sólo se puede decir una cosa: chapó.
Monumental artículo. De lo mejor que he leído en la blogosfera en meses.
Además da la casualidad de que en Dr IO le estamos dedicando un mes temático al tema.
http://driopresenta.com/
Muy interesante el artículo. Aparte del exceso que mencionas con la sutil diferencia entre dieselpunk y steampunk, conseguir definir qué ficciones pertenecen al género y cuáles no es bastante difícil. ¿dónde se acaba la estética steampunk? Un juego como Fallout, con esa ambientación retrofuturista, ¿podría considerarse steampunk? Por otro lado, el apunte de Illuminatus es bastante interesante: el positivismo futurista del periodo de entreguerras.
Muy currado. ¡Madremia!
Cuanta información, además me encanta este tema.
Por cierto, en animes se te ha olvidado mencionar, "La Visión de Escaflowne".
Un beso.
Siempre me he preguntado sí en Red alert 2 hay algo de Steampunk (que si lo hay me dá la impresión de que tiene que ser Yuri y su ejército). ¿Conoce usted ese juego?
Le dejo la intro http://www.youtube.com/watch?v=fnd0qg4I_MM
y la intro de la expasión
http://www.youtube.com/watch?v=pvkZydL_0Bg
Usted es el experto Evil, espero me pueda ayudar con esta pequeña duda... juraría que las palancas que aparecen cerca del final del video de la expansión se podrían calificar al menos como retrofuturistas.
Muchos saludos!
Me permito volver a comentar para añadir dos cosas: una puntualización y un enlace.
La puntualización va sobre los Centauri de Babylon 5: el aspecto de sus uniformes no es un intento de añadirles carisma sino un elemento contextual deliberado para reforzar su imagen de imperio en decadencia.
El enlace (en realidad dos, uno para contexto y otro el que yo quería añadir), por otra parte, lleva a una versión retrofuturista que ha hecho un particular de un juego de guerra, más o menos ligero, desarrollado en los años 80 consistente en la lucha de un ejército más o menos convencional contra una supermáquina de guerra (el Ogro u O.G.R.E. que da el nombre al juego) guiada por una inteligencia artificial. Esta versión está ambientada en la Segunda Guerra Mundial, así que entraría en el Dieselpunk.
Aquí están los enlaces:
http://www.boardgamegeek.com/boardgame/5206
http://www.boardgamegeek.com/filepage/41717
Una entrada que esperaba con impaciencia. No puedo más que elogiar el magnífico trabajo realizado. Fantástico Predicador, tu palabra vale su peso en oro, irónicamente no es simple vaporware.
Y, bueno, mi humilde aportación sobre steampunk:
-Steambot Chronicles, experimental videojuego para ps2. Busquen imágenes en google o vídeo en youtube, ya verán, ya.
-La Visión de Escaflowne, como ha apuntado Montse, aunque puede que su elemento steampunk sea algo más sutil (tambien es que la serie mezcla muchas cosas).
-Un corto que realizó Katsuhiro Otomo, cuyo nombre no recuerdo muy a mi pesar. Esá incluido en una película con otros cortos suyos.
-Bioshock, fps de nueva generación que ha pasado a la historia por su guión y por su ambientación.
Es cierto que a veces es difícil delimitar dónde termina el steampunk.
PD.- anda que no me río yo ná con la Sidney Fox, qué serie tan mala madre mía.
¿Memories, AKATSUKO?
¡Esa! Gracias Montse.
El corto al que me refiero va sobre una especie de ciudad militar en guerra constante. Me pareció que tenía una estética muy de steam.
¿No podriamos considerar a Nikola Tesla (el hombre que al que Edison le robo los invetos: http://es.wikipedia.org/wiki/Nikola_Tesla) tambien como un antecendente al steampunk?
A todo esto, he citado un articulo tuyo sobre Los asesinatos de Rue Morge en mi blog: http://rafagast-lacaverna.blogspot.com/
Este post era bastante ambicioso: pretende dar una lineas que permitan clasificar los elementos steampunk de cualquier ficción y esbozar cómo operan aquéllos en el interior de ésta.
Hace mucho que lo tenía en mente, pero, como otros anunciados en la columna lateral, me cuesta mucho esfuerzo encontrar tiempo para pasarlos al «papel».
En esas condiciones, podéis imaginaros hasta qué punto me alegran el buen recibimiento que ha tenido, lo espectacular del número de visitas y, especialmente, vuestros comentarios elogiosos: mil gracias a todos.
Por otra parte, pese a ser ambicioso, no pretendía tratar todos los aspectos del steampunk, como se evidencia por diversos aspectos suscitados en los comentarios. Entro en ellos con la esperanza de que me disculpen si repito alguno de los argumentos en futuros post sobre el particular.
En cuanto a las diversas obras mencionadas en los comentarios, hay muchas que no conozco, lamentablemente, pero el mundo steam es tan amplio que espero que los casos que sí conozco sean suficientes para sustentar con firmeza las hipótesis expuestas; por eso mismo, ante la duda de si tal o tal ficción puede ser considerada o no steampunk, espero que se pueda, simplemente, aplicar los esquemas que propongo en el post para dilucidarla; ese era justamente su ambición, como decía antes. Eso sí, antes conviene hacer una aclaración; en ningún caso he tratado en el post el steampunk como género, sino como una estética. Así pues, una ficción puede tener más o menos elementos steampunk, siendo mayor su grado de ¿«steampunkidad»? ¿«steampunkez»? ¿«steampunkness»? bueno, ya me entendéis. El caso que propone Alejandro, por lo que veo en el vídeo, tiene como elemento steam los zepelines, pero no es para nada la estética predominante ¿Se puede hablar de steampunk como género? Sería defendible, pero, si como estética propongo usar el término en su acepción amplia, como género lo atribuiría únicamente a las ficciones que cumplieran los requisitos siguientes:
- Clara predominancia de la estética
- Rección fuerte de la estética por el argumento
- Que la trama o alguna de las tramas principales tengan como asunto la tecnología steampunk
Un caso sería SteamboyOtro asunto evocado es el de los límites de lo steampunk. Como de costumbre, Illuminatus enriquece el debate, en este caso introduciendo la cuestión de del futurismo optimista y la CF pesimista que, aunque clásica, aplicada al steampunk revela interesantes matices. Asumo, Illuminatus, que cuando dices que el steam es optimista te refieres a lo que algunos han llamado (aunque no me convenza el término) protosteampunk; como las novelas de Verne, llenas de esperanza en la tecnología. Lo cierto es que ficciones que nos alertan sobre los peligros de la ciencia existen desde antiguo (ya Verne lo hizo con su dr. Ox) y distopías como la de Huxley, pero el pesimismo de la literatura de anticipación triunfó desde la desconfianza nuclear (que también dio materia a la CF de monstruos convirtiéndose en excusa para cualquier cosa, como señala el científico de Them al final de la peli [citation needed]). Sin embargo, el steampunk no «proto» es justamente un hijo de ese pesimismo, no en vano se considera hijo del ciberpunk; se asocia a menudo a distopías ambientadas entre humos y herrumbre y al fin de la esperanza tecnológica, puesto que los bienes industriales resultan anticuados.
Esta reflexión nos da pie a poner linde al término ¿qué es lo que tienen en común las fantasías steampunk? Yo propongo dos elementos: obsolescencia y nostalgia. Los prerrafaelitas, victorianos, miraban con nostalgia a la Edad Media, que les parecía más romántica; hoy miramos con nostalgia la tecnología victoriana por las mismas razones (habría que preguntarles a los niños que trabajaban en las fábricas). El steampunk es pesimista porque plantea como negativo el desarrollo tecnológico, en el nivel del argumento y, no sin cierta contradicción, en el nivel formal se apoya en la nostalgia de tiempos pasados.
Esta actitud es magnífica en el arte, puede recordarnos las virtudes del pasado y alertarnos de los peligros del futuro; en la política es desastrosa: los nacionalismos a menudo se basan en ficciones nostálgicas de este tipo, que dibujan una pasado idílico sin tanta ciencia y tecnología y que considera las innovaciones como intrusiones extranjeras (por ejemplo las de Sabino Arana o el nacionalismo árabe). Un líder hábil con un pueblo ignorante y descontento tendría bastante peligro. Por eso reivindico, como Illuminatus, el futurismo y el optimismo de la CF clásica y de teorías como las de Kurzweil.
En el post introducíamos un solo criterio ambiental o temático, el límite de la microelectrónica; no creo que se pueda asociar a esta estética elementos basados en esta tecnología, de los transistores en adelante (como decía mi tíoabuelo radioaficionado, donde estén unas buenas válvulas, que se quite el resto) así que mantengo ese límite en la tecnología objeto de la nostalgia steam a la que nos referíamos. Mi mención al dieselpunk en un pie de foto era irónica, ya que no creo que esas subclasificaciones sirvan de mucho, salvo para describir la estética de una obra dada (es cierto que el steam marinero tiene un sabor muy distinto del espacial, por ejemplo y que los hay con pinta más moderna y menos) y distinguir entre unos y otros desembocaría en estériles controversias bizantinas. Insisto, pues, en el uso amplio del término steampunk, incluso aplicado al Sky Captain.
Por cierto, NtmeC, para asegurarte de que era esta la película que viste basta con que eches un vistazo a su galería de fotos en Imdb.
Lamentablemente, estos criterios y definiciones que propongo no son del todo satisfactorios, ya dejan gran margen a la subjetividad: así, la serie que propone Montse no me parece que destaque por la abundancia en elementos de este tipo, sobre todo teniendo en cuenta que hoy en día muchas series animé introducen algún detallito steam y algunas con profusión más visible que Escaflowne, como D. Gray-man, por poner un ejemplo.
El caso de Fallout, que propone Padawan, es más complejo: sin duda la búsqueda estética es similar a la de los creadores de steam e incluye algunos elementos que podrían considerarse como tales, sin embargo la tecnología es más moderna y su retrofuturismo se refiere sobre todo a la América de los 50, tal como los wasp querían imaginar que era.
Estoy de acuerdo contigo, Tsuko, en que la característica más notable de Escaflowne es su eclecticismo. Estoy deseando echar un vistazo a los otros títulos que propones, especialmente a Memories: si no llega a ser por la pertinente intervención de Montse me habría quedado pensando que te referías a Robot Carnival, porque tambien participa Otomo y se compone de varios cortos entre los que hay alguno bastante steam (aunque no recuerdo si era el suyo).
Ginebra, la verdad es que Sidney Fox es mala con avaricia, pero he de confesar que soy un incodicional de Tia Carrere.
Muy interesante tu visita del steam y otros retrofuturismos, Roski, queda recomendado. Aprovecho para llamar la atención sobre el último post de Fogonazos, sobre alta tecnología antigua, perfectamente complementario con el asunto que nos ocupa.
Rafagast, completamente de acuerdo en lo de Tesla (Cuando sea rico me voy a hacer un laboratorio de científico loco con una buena bobina de Tesla) de hecho, lo cito en el artículo. Encantado de que me cites, ya había visto que me llegaban visitas de tu blog, así como del de CLsT, la parroquiana que más recientemente me ha incluído en su blogroll: gracias a ambos.
Bienvenido a la parroquia, Hugo.
Gracias de nuevo a todos por vuestros comentarios.
Un último comentario con dos referencias.
La primera me la ha traído a la mente la referencia del Predicador a los radioaficionados y las lámparas de vacío y se trata de un pequeño retazo de información concerniente a la tecnología soviética deliciosamente steampunk en cierto modo: los MiG-25 empleaban en su aviónica lámparas de vacío en lugar de transistores y componentes de estado sólido.
http://en.wikipedia.org/wiki/MiG-25#Design_description
La segunda referencia es a un trío de novelas de Michael Moorcock basadas en el concepto de la ucronía que, en este caso, por lo menos, explota el steampunk:
http://en.wikipedia.org/wiki/The_Warlord_of_the_Air
http://en.wikipedia.org/wiki/The_Land_Leviathan
http://en.wikipedia.org/wiki/The_Steel_Tsar
Reconozco que este libro me resulta más divertido por su aspecto de ucronía que por la disonancia tecnológica. Aquí creo que el Predicador me dará la razón en la consideración de la Ucronía como género, ya que el elemento central, la construcción de la historia a partir del concepto de universos paralelos no requiere per se la C-F sino el planteamiento de una línea temporal diferente con hechos alterados.
Jo, me duele ver cómo os metéis con Cazatesoros, a mí me parece una serie muy entretenida dentro de lo que cabe. De hecho tiene mérito el que no abusen del físico de la tía (ajem, Embrujadas, ajem), pudiendo hacerlo fácilmente.
Nunca la he seguido regularmente, pero si me topo con ella zappeando, me quedo a ver el episodio entero. Las trampas que mencionas, los escenarios en plan mazmorra, las tramas a lo historias desechadas para Indiana Jones, es lo más parecido que tenemos a Tomb Raider con personajes reales (esas nefastas películas, como casi todas las adaptaciones de videojuegos, son basura)... No sé, la prefiero antes que a Doctor Borde Repetitivo e Infeliz, y a Anatomía de Dramón para Cuarentonas. Y a todas esas series de fantasmas y parapsicología, que han brotado como setas de un tiempo a esta parte.
Y aprovecho para reiterarme: No dejéis de buscar imágenes, info o vídeos de Steambot Chronicles de Ps2, os llamará muchísimo la atención el concepto estético y jugable del mismo.
Desconocía esa serie de Moorcock, Illuminatus, desde luego tiene un aire bien steampunk.
Aprovecho tu nueva intervención para volver sobre el asunto de los centauri. Quizá he sido demasiado duro con ellos y hubiera sido más exacto decir «profundidad» en luguar de «carisma», en todo caso, lo cierto es que Babylon 5, pese a otras virtudes, tiene una dirección artística bastante deficiente, desde mi punto de vista, no consigue una coherencia estética; sin duda no era fácil debido a la multiplicidad de razas y culturas, base del argumento y a las limitaciones de presupuesto.
Tsuko; lo cierto es que yo también la veía con placer y, sin duda, es una serie mucho más honesta que la de las embrujadas esas (que daba miedo verlas a esa edad y ya tan operadas) y muchas otras series que andan por ahí. Vamos, que me reafirmo en mi juicio de que es mala, pero comparando con ciertos engendros, pues sale ganando. De este género indianajonesco me encantaba de pequeño la de Cuentos del mono de oro: me pregunto qué me parecería ahora. Eso sí, si está House en otro canal, me voy con él, aunque todos los capítulos sean iguales.
Me apunto Cuentos del Mono de Oro, que buscando info por google, me encuentro con indiana jones apócrifo de lo más interesante.
Estupenda entrada, Evil. Este es uno de mis settings favoritos, pero hay poco material de calidad en este tipo tan peculiar de ciencia ficción.
Sólo quería avisar que han organizado un mes steampunk en tor.com. Hay algunas cosas bastante interesantes anunciadas. Todo el asunto, aquí: http://www.tor.com/index.php?option=com_content&view=blog&id=57547
Gracias por el aviso, precisamente pensaba hablar de Morello en el próximo post sobre steampunk, a ver si lo puedo hacer durante el mes de octubre.
Gran entrada y grandes comentarios. Gracias a todos por la información. Enhorabuena.
Gracias a ti, Kalamardo.
QUE GRAN ENTRADA PREDICADOR!!!!
lo malo es que su mérito mengua si se observa que tuviste un año para prepararla.
En fin, esperamos todos que te prodigues mucho más.
Y en cuanto a tu proyecto? no te cortes para nada.
Y de la calidad de la cámara no te preocupes demasiado.
En los tiempos que corren la mayoría de fotografias premiadas estan desenfocadas y malisimamente encuadradas. Con tu móbil segura que te luces.
Ya sabes, la perfección está muy mal vista.
Vaya, que confusión!
No advertí la fecha y pense que era una entrada nueva.
Bueno! todo lo demas sirve, pero con más mérito por tu parte.
Gracias, Kalamardo.
Gracias también a ti, Isidre ¡Claro! Es un post antiguo :) creo que la confusión viene de justo habíamos estado inmediatamente antes de otro de mis proyectos steampunk.
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