Uno de los objetos mencionados en el Canon sherlockiano que merece una explicación es el gasógeno. De poco servirá al curioso dirigirse a la entrada correspondiente de la Wikipedia en español o a la del diccionario de la RAE, ya que sólo traen, por el momento, acepciones que nada tienen que ver con el objeto que nos interesa.
A finales del s. XVIII se descubrió el medio de hacer limonada con burbujas añadiendo carbono; parece ser que dos sabios, Joseph Priestley y Torbern Bergman, llegaron al mismo hallazgo de manera independiente.
A la izquierda, ejemplar expuesto en el Victoria&Albert Museum, de Londres. A la derecha, el prop original usado en la serie de Granada cuando estaba expuesto en el desaparecido Sherlock Holmes Memorabilia, en Baker Street; abajo, el mismo en el episodio que adapta «El tratado naval», con David Burke como Watson. Les invito a encontrar los gasógenos en las ilustraciones que acompañaron al post «Baker street: interiores»
A fines del siglo XIX se patentaron diferentes modelos de botella que permitirían a cada cual disponer de agua carbonatada a voluntad, con el fin de disfrutar de sus supuestas virtudes salutíferas o bien para prepararse un buen copazo. Este último uso es el que interesaba a nuestros amigos Holmes y Watson, que disponían de una de estas botellas en sus habitaciones de Baker Street; el famoso gasógeno. Uno de los problemas técnicos a los que se tuvo que hacer frente fue la tendencia de estas botellas a estallar: una medida de seguridad común era cubrirlas con una malla, que todavía vemos en los sifones actuales, aunque de plástico. Quizá también por seguridad el gasógeno, a diferencia de otros modelos de sifón, constaba de dos compartimentos de distinto tamaño; el mayor para contener el agua y el otro para una mezcla de ácido tartárico y bicarbonato de sodio, destinados a producir la reacción química deseada y que pueden ver aquí, gracias a la amibilidad del parroquiano y amigo Illuminatus:
2NaHCO3+HOOC-CH(OH)-COOH —> 2CO2+2H2O+NaOOC-CH(OH)-COONa
El funcionamiento del ingenio les parecerá aún más claro gracias a la ilustración siguiente, que presenta un esquema del mismo, así como los accesorios necesarios para su utilización y relleno. Está tomado de Mixing it up, donde pueden encontrar más imágenes interesantes sobre este particular:
A la izquierda, uno de los ejemplares exhibidos en el museo sherlockiano de San Fernando Valley, California, de cuya página hemos tomadola imagen. A la derecha, un grabado de la época tomado también de la ya mencionada página Mixing it up
Es un objeto fundamental en la ambientación del apartamento, como bien han entendido muchas de las mejores adaptaciones audiovisuales que lo incluyeron en el decorado: cuando el doctor regresaba de visita, durante su matrimonio, el detective le invitaba invariablemente a servirse de él:
«Lacónico, pero con una mirada amable, me invitó a un sillón con un ademán, me lanzó la caja de puros y me indicó unas botellas de licor y el gasógeno en el ricón.» «Escándalo en Bohemia»
«Esperando ¿qué? —Ser asesinado, Watson [...] Pero nada nos impide ponernos cómodos entre tanto ¿no es así? ¿se permite el alcohol? El gasógeno y los cigarros están donde siempre.» «La aventura de la piedra de Mazarin»
«Esperando ¿qué? —Ser asesinado, Watson [...] Pero nada nos impide ponernos cómodos entre tanto ¿no es así? ¿se permite el alcohol? El gasógeno y los cigarros están donde siempre.» «La aventura de la piedra de Mazarin»
Ya saben, estimados parroquianos, si hemos igualmente de esperar a la muerte ¿qué mejor que hacerlo en compañía de los amigos, en un cómodo sillón, con un puro y una copa?
5 comentarios:
Por lo que pude entender en su momento sobre el dispositivo y su funcionamiento, el peligro de explosión se debe a que el C=2 se producía en el compartimento superior en forma gaseosa por la reacción indicada y éste se acumulaba en la botella y se disolvía parcialmente, por la elevada presión, en el agua del compartimento inferior.
Al abrir el grifo del gasógeno se producía la salida del agua por la igualación de presiones entre el interior y el exterior y se disolvía mayor cantidad de CO2 en el líquido, dándole efervescencia y, a la vez, acidificandola.
No es mal método en tanto que el líquido no pierde gas al abrirse el paso, por lo menos mientras haya reactivos, pero tiene la pega de las explosiones posibles por esa elevada presión.
Gracias, Illuminatus, yo me imaginaba que al conservar por separado los componentes el riesgo de explosión sería menor que en otros modelos de sifón, que los tienen en la misma botella; no sé si me equivocaba o no pero parece que, en todo caso, el riesgo de explosión no desaparece.
1. Tu blog es fantástico.
2. ¡quiero un gasógeno! ¿venderán de esos todavía?
Digo, nunca se sabe...
Gracias, Real Folk.
Entre los muchos documentos que tenía para este post que perdí cuando me petó el disco duro estaba la dirección de una página de coleccionistas de botellas antiguas, donde un americano cuenta cómo había comprado un montón en París, algunas de ellas eran gasógenos, creo recordar. Eran baratas, pero se quejaba de que se corrió la voz entre los anticuarios de que lo compraba todo y subieron de precio de repente.
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