Excluir el tema del vampirismo, del crecimiento del personaje, su aprendizaje de la superstición a un pensamiento científico (que sí aparecen en la novela que adapta) es una decisión que ha dado buenos resultados, aunque habrá quien eche de menos estos elementos. El protagonista aparece desde el principio como un superhombre hecho y derecho, científico y todo. Esto da tiempo para administrar con pericia la información; poco a poco nos vamos enterando de cómo es su rutina, los peligros a los que se enfrenta y cuál es la situación en el mundo y en la ciudad. La intriga se va sugiriendo con elegancia creando el suspense de manera impecable.
La película atrapa al espectador hasta que claudica de una de sus premisas iniciales: nos enteramos de que Neville no es el único hombre que queda en la Tierra. Aunque la aparición de nuevos personajes (chica con niño) permite expresar nuevas facetas del protagonista, la trama pierde mucha fuerza, pero lo peor está por venir.
Otros elementos interesantes a los que renuncia esta adaptación son reflexiones como la de que en una sociedad de vampiros éstos representarían la normalidad y el único humano sería el monstruo: el ser legendario que da título a la novela. Otra sería la idea darwinista de una especie que ha evolucionado a partir de la humana y que acaba suplantándola, no por que sea mejor o peor, sino porque se adapta más adecuadamente a un medio nuevo.
Cartel de la versión de 1964 con el gran Vincent Price como protagonista; a la derecha el de la versión que nos ocupa. Hubo otra en el 71
Pero si las otras renuncias a explotar elementos de la novela nos dan satisfacciones a cambio ¿qué obtenemos en el lugar de éstas?
Resulta que Neville, ateo declarado, tiene una epifanía al final y escucha a Dios y ¿qué le dice el Ser Supremo? pues ya le conocen ustedes, que se haga estallar entre sus enemigos como una bomba humana. Antes de hacerlo, no obstante, se toma la molestia de ofrecerles la salvación, que los muy descreídos rechazan, y de guardar un frasquito de su sangre, en la que está la clave de la salvación de la humanidad. En el último plano de la película la chica llega a una colonia de humanos, donde, gracias a los anticuerpos contenidos en la Preciosa Sangre, podrá desarrollarse de nuevo la humanidad... una iglesia es el centro de la colonia y sus campanadas cierran la banda sonora.
«El martirio es la única forma en que una persona sin ningún tipo de habilidad puede convertirse en alguien grandioso»
De un mensaje darwinista y a favor del conocimiento se pasa a un mensaje cristiano a favor de la fe; lo peor no es que sea ideológicamente lamentable, sino que estropea la película como narración traicionando, no la obra de origen, que también, sino al excelente comienzo del metraje y al espectador. Haciendo que el protagonista haga el camino de la ciencia a la superstición, siguiendo el sentido contrario del Neville literario, fragiliza la verosimilitud del personaje; el giro argumental, justificado con alfileres, descompone la coherencia de la narración.
De esta manera la película se incluye en la actual tendencia de Hollywood que propugna el sacrificio, en una América que pierde sus libertades civiles y a sus soldados. Es típico de imperios decadentes el pedir el sacrificio a sus súdbitos ¿no es la iconografía barroca del cristo de Mel Gibson la misma que los de Gregorio Fernández?