Nota: Celebramos este año el día mundial del traje de gorila con este artículo. En él mencionamos elementos de la novela El planeta de los simios, de Pierre Boulle. Si no la han leído aún, leer este artículo destruirá toda posibilidad de disfrutarla y sería una pena porque es muy interesante.
Recientemente decíamos, a propósito de Sherlock Holmes, que una adaptación no necesita ser fiel para ser buena. Otro tanto podemos decir del gran clásico de 1968 The Planet of the Apes, que poco en común tiene con su referente literario La planete de singes, publicado en 1963 por Pierre Boulle. De las diferencias entre estas narraciones vamos a fijarnos aquí particularmente en las que alejan a sendos doctores Zaius.
En la película Zaius conoce los textos sagrados al dedillo y todo lo que concierne a la ciencia y la sabiduría simia. Por otro lado es un conservador extremo, guardián de lo heredado y enemigo declarado de la novedad; tiene a demás buenas razones para ello, su conocimiento de la historia, al que no tienen acceso los demás simios, es lo que le hace tener esa actitud por el bien de su pueblo. Esto hace de él un personaje complejo y sumamente interesante. Tiene la ventaja, frente a los reaccionarios de la realidad, de que vive en un mundo postapocalíptico y que es un mono.
El Zaius del libro no tiene nada que ver. A medida que avanza en la novela el lector se apercibe paulatinamente de que los simios, a diferencia de los de la película, no son inteligentes: solo lo parecen. Actúan como «monos de repetición», replicando los comportamientos que habían visto en los hombres, todo es una pantomima. En la conferencia que da el humano protagonista, aprecian, más que el contenido, la actitud y cómo bebe agua al terminar, esa es la primera pista. El no iniciado tiene a menudo la impresión de que en la bolsa todo el mundo grita y se agita sin sentido: eso es exactamente lo que ocurría en la bolsa del mundo simio. Si los experimentos con humanos por parte de los chimpancés y las cacerías por parte de los gorilas, eran tan comunes, era porque eran las actividades humanas con las que habían estado más habitualmente en contacto. Solo contados chimpancés habían comenzado a desarrollar verdadera inteligencia.
En este contexto ¿cuál era el papel de los orangutanes y de Zaius, la cúspide de su jerarquía? Ellos imitaban los comportamientos superficiales y actitudes de los sabios humanos: ponían cara de interesante, hablaban con suficiencia y seguridad, adoptaban ademán reflexivo, perdían tiempo ante documentos que no comprendían haciendo como si sí.
En este contexto ¿cuál era el papel de los orangutanes y de Zaius, la cúspide de su jerarquía? Ellos imitaban los comportamientos superficiales y actitudes de los sabios humanos: ponían cara de interesante, hablaban con suficiencia y seguridad, adoptaban ademán reflexivo, perdían tiempo ante documentos que no comprendían haciendo como si sí.
Ante esto se impone una reflexión moralizante, similar a la que encontramos al final de La isla de doctor Moreau de Wells ¿Cuántos humanos cruzamos a diario similares a estos animales?
Pero si gente que pretende lo que no es, o que es esencialmente superficial, la encontramos en todos los ámbitos (recordemos la moral americana precrisis que preconizaba una actitud de felicidad y triunfo para llegar a la felicidad y el triunfo) una actividad destaca por encima de todas: la del religioso profesional. Si, por ejemplo, un físico puede ser un farsante, un religioso profesional siempre lo es, constituyendo esa pantomima la esencia misma de su labor.
Pero si gente que pretende lo que no es, o que es esencialmente superficial, la encontramos en todos los ámbitos (recordemos la moral americana precrisis que preconizaba una actitud de felicidad y triunfo para llegar a la felicidad y el triunfo) una actividad destaca por encima de todas: la del religioso profesional. Si, por ejemplo, un físico puede ser un farsante, un religioso profesional siempre lo es, constituyendo esa pantomima la esencia misma de su labor.
El Papa Benedicto XVI «en meditación y en no oración», como precisaron fuentes de Vaticano, durante su visita a la Mezquita Azul en Estambul en 2006. Vía La nación.
Las sectas tienen siempre una estructura piramidal: los creyentes de base no tienen acceso a grandes secretos y milagros, pero confían en que sus líderes sí y que, ellos mismos, llegarán también a ver confirmadas sus creencias un día. Entre tanto han de dar a la jerarquía su dignidad, su dinero y su culo, a menudo literalmente.
Los líderes, mientras, ponen caras de santidad, de sabiduría, de oración. Se retratan con túnicas, con palomas sobre la cabeza, dando bendiciones y conjuros.
En este día mundial del traje de gorila recordamos pues al papa de Roma, cuyo ministerio se ha comparado a menudo con el traje nuevo del emperador, pero, como hemos visto, se parece también a un traje de simio, al del dr. Zaius.
Los líderes, mientras, ponen caras de santidad, de sabiduría, de oración. Se retratan con túnicas, con palomas sobre la cabeza, dando bendiciones y conjuros.
En este día mundial del traje de gorila recordamos pues al papa de Roma, cuyo ministerio se ha comparado a menudo con el traje nuevo del emperador, pero, como hemos visto, se parece también a un traje de simio, al del dr. Zaius.
Letra capitular elaborada con figuras tomadas de aquí y la 'R' tomada de aquí.