domingo, 8 de junio de 2008

La pantufla persa

Notas holmesianas (2)
En la entrada precedente citábamos un pasaje del relato «El ritual de los Musgrave», donde se hace alusión a la costumbre de Holmes de guardar su tabaco en una babucha persa. Watson insiste en este punto en las aventuras «El tratado naval», «El cliente ilustre» y «La casa vacía».
Es un problema para los fumadores de pipa la conservación de su tabaco en las mejores condiciones posibles; cotejando opiniones de aficionados verán cómo la punta de una zapatilla en la chimenea no es el lugar ideal para una conservación óptima. Debemos, pues, concluir que el tabaco alojado en dicha pantufla era el destinado a fumar durante el día corriente, una manera de tenerlo a mano; el hecho de que Holmes fuera un fumador compulsivo presta verosimilitud a esta hipótesis.

Pero ¿a qué objeto alude Watson cuando dice «persian sleeper»? El calzado tradicional persa son las givás. Aunque hay modelos de más lujo y fantasía, se basan todos en la tradicional y humilde que vemos aquí abajo:

Disponemos de este par gracias al fiel parroquiano, amigo y corresponsal en Persia, Manusaurio, que las ha hecho llegar a París en un periquete

La capacidad de este ejemplar, en la bolsa formada entre el empeine y la suela, es de 500 cm3 lo que equivale a una cantidad de tabaco que oscila entre 100 gr., para tabacos voluminosos, como las picaduras en hebra y algo más de 300 gr. para tabacos prensados, tipo flake cut, tal como se encuentran en el comercio; pero, siguiendo nuestra hipótesis de que la idea era mantener tabaco a mano listo para su uso, estaría preparado con antelación, es decir, cuidadosamente desmenuzado, con lo que su volumen aumenta. A la luz de estos elementos podemos especular que Holmes necesitaba, para sentirse a gusto, tener al menos 50 gr. de tabaco disponible, que llenarían la puntera y equivale a la cantidad de los paquetes que encontramos hoy en el mercado.


Ejemplar que pueden ver en el museo londinenese del 221b Baker Street. Abajo, la versión de la exposición de 1951 que se conserva hoy en el pub Sherlock Holmes. Vemos otros detalles como la navaja que pincha la correspondencia pendiente


Los creadores de la serie de Granada comparten nuestro análisis de que la babucha era el medio de recargar compulsivamente la pipa, a juzgar por la interpretación de Brett en esta secuencia de «La aventura de la casa vacía»: para verla en movimiento hagan click sobre la imagen (tomada del mundo de la pipa)

Otra heterodoxa manía de Holmes se consigna en «El pulgar del ingeniero»:

Sherlock Holmes, tal como me esperaba, pasaba el rato en su sala de estar en batín, leyendo la columna de sucesos de The Times y fumando su pipa de antes del desayuno, que se componía de todos los restos y fondos de pipa procedentes de las que fumó la víspera; todos ellos cuidadosamente secados y recolectados en una esquina de la repisa de la chimenea.

En el futuro tendremos ocasión de volver sobre los hábitos fumadores de Holmes, las diferentes pipas que se le atribuyen y su afición por cigarrillos y cigarros puros.

6 comentarios:

El Vengador Tóxico dijo...

Afortunadamente, ahora existen en el mercado unas estupendas bolsitas de "escai" para llevar el tabaco del día. Además, muchos de estos tabacos vienen en pequeñas latas que luego podemos reciclar. Pero lo de llevar en el bolsillo una alpargata llena de tabaco es sencillamente delicioso.

El método de conservación del tabaco que mejor me funcionó en mis tiempos de fumador era en frascos estancos de vidrio, con un pequeño algodón ligeramente humedecido dentro (pero sin tocar el tabaco).

Lo de usar tabacos de fondo de pipa tiene también su miga. El tabaco, sometido a las altas temperaturas de la fumada, crea unas humedades agrias que se depositan en las hebras del fondo. De ahí que los fumadores rara vez se fumen esos restos: están húmedos y agrios. Además, mezclar distintos tipos de tabaco suele dar mal resultado, sobre todo si son tabacos aromatizados.

Por cierto, que en mi colección de latas de tabaco creo tener alguna con la silueta de Holmes.

¡Salud y Ocio!

Ginebra dijo...

Hombre, lo de la pantuflita queda muy snob. Además no veo yo a Homes usando las pantuflillas para ponérselas en los pies como cualquier mortal, así que si hay que darles un uso mejor el de guardatabaco.

Illuminatus dijo...

Lo de las mezclas de restos es una prueba del trastorno obsesivo-compulsivo de Holmes que bordea en síndrome de Diógenes. En castizo se diría que es un peazo de guarro.

Evil Preacher dijo...

Efectivamente, tal como señala El Vengador, es sumamente desagradable fumar restos y fondos de pipa. La relación de Holmes con el tabaco es enfermiza en general, pero más grave es aún la actividad minuciosa de recolectar y fumar inmundicias. Estoy de acuerdo con Illuminatus en que es un síntoma importante a tener en cuenta el día que intentemos un diagnóstico de sus patologías.
¡Ah! una cosa, no la llevaba en el bolsillo, sino que era para casa: su lugar era la chimenea, como se ve en las fotos. En la del museo aparece apoyada en una repisa de la misma, pero en la mayor parte de las reconstrucciones la vemos colgada, lo que tendría sentido con la idea de que el tabaco se acumulara en la punta.

Atilio dijo...

Como antiguo fumador de pipa (7 u 8 anios) deduzco que Holmes ingería una cantidad importante de nicotina por los pulmones y la saliva.
Fumar la pipa es, normalmente, una actividad reposada y proclive a la meditación, es decir, vaciar la mente y no pensar en cosas. Es una experiencia gustativa bucal y nasal concentrándose exclusivamente en los sabores y perfumes sin aspirar el humo. La mezcla de tabacos y restos no es buena por ende, como bien dices Evil.

Me alegra estar de vuelta luego de larga ausencia y me gusto mucho eso de "Así habló Evil Preacher".

Evil Preacher dijo...

Bienvenido de vuelta, Atilio, sabía que te iba a gustar el "así habló" :P
Tu testimonio de exfumador concuerda con el del Vengador; yo mismo fumé entre el 91 y el 04 y esos restillos húmedos me espantaban: resecos en el borde de la repisa de la chimenea no quiero ni imaginármelos.

En los textos se ve que la pausada actividad del fumador de pipa Holmes la había trasformado en compulsiva. Fumaba continuamente, también cigarrillos y puros; incluso cuando se disfrazaba de obrero llevaba una pipa adecuada al disfraz cargada con tabaco malo: no obstante, en la aventura del "Detective moribundo", llega a abstenerse de tabaco durante tres días por necesidades de la investigación.