Los alfabetos que propone Tolkien, tal como los describimos en el primer post dedicado a este particular, son un sistema analítico en el que cada trazo de los que componen un carácter está asociado a un rasgo fonético.
El alfabeto latino es menos analítico, ya que asocia cada carácter arbitrariamente a cada fonema, independiente mente de sus rasgos fonéticos. La arbitrariedad de Tolkien trabaja en un nivel más profundo de los sonidos del lenguaje. Como vimos, el sistema de escritura coreano se sitúa en el mismo nivel de análisis; los sistemas logográficos, como el egipcio antiguo y el chino se situarían en el extremo contrario, ya que cada carácter se identifica con una palabra.
A la izquierda, el emblema heráldico de Fëanor, quien jugó un importante papel en la creación de los alfabetos de la Tierra Media. A la derecha los ocho kua simples y los cuatro kua compuestos de I Ching, formados por la combinación de dos únicos signos; barra continua y barra partida, y que inspiraron presuntamente a Leibnitz la invención de la notación binaria
Pérmitanme una pequeña digresión:
John Wilkins y otros pensadores, tal como nos recuerda Borges en su artículo sobre el particular, concibió un lenguaje analítico en el que el nivel de arbitrariedad de la asociación de cada palabra a su significado funcionara en un nivel más profundo del habitual en todas las lenguas conocidas. En este tipo de lenguajes una sílaba alude, por ejemplo, a un género, la siguiente a una especie, las siguiente a un accidente, etc. de manera que cada palabra puede aplicarse a algo concreto. He aquí algunos ejemplos de estos lenguajes citados por Borges en su artículo:
Wilkins: «de, quiere decir elemento; deb, el primero de los elementos, el fuego; deba, una porción del elemento del fuego, una llama.»
Letellier (1850): «a, quiere decir animal; ab, mamifero; abo, carnívoro; aboj, felino; aboje, gato; abi, herbívoro; abiv, equino.»
Bonifacio Sotos Ochando (1845): «imaba, quiere decir edificio; imaca, serrallo; imafe, hospital; imafo, lazareto; imarri, casa; imaru, quinta; imedo, poste; imede, pilar; imego, suelo; imela, techo; imogo, ventana; bire, encuadernador; birer, encuadernar.»
Este tipo de lenguaje retomaba una idea de Descartes:
«[...] mediante el sistema decimal de numeración, podemos aprender en un solo día a nombrar todas las cantidades hasta el infinito y a escribirlas en un idioma nuevo que es el de los guarismos; también había propuesto la formación de un idioma análogo, general, que organizara y abarcara todos los pensamientos humanos.»
Como adivina el lector, esto supone la tarea titánica previa de clasificar el universo en categorías subdivisibles que abarquen cada especie, cada individuo y cada accidente.
No obstante, y volviendo al objeto de nuestro interés, sí entra dentro de la capacidad humana clasificar la totalidad de los rasgos distintivos de todos los fonemas del lenguaje humano, ya que su número es finito y limitado. Si la idea de Descartes es muy ambiciosa aplicada al universo, no sólo es factible aplicada a la transposición del lenguaje a la escritura, sino que sería muy práctico para estudiar la fonética: la adopción de un sistema del tipo propuesto por Tolkien permitiría escribir todas las lenguas humanas con un sistema que simplificaría mucho las notaciones fonéticas convencionales. Por otro lado, una eventual adopción para la escritura en general eliminaría los problemas ortográficos, pero la lengua escrita perdería su capacidad de fijar la norma, quedando sujeta a cambios rápidos similares a los de la hablada.
Recopilando, tenemos dos posibilidades extremas en los alfabetos:
Atribuir un signo convencional a cada entidad aludida.
Atribuir a cada rasgo fonético un trazo convencional; la unión de varios de estos trazos formaría un carácter que permitiría expresar cada fonema.
Una posibilidad intermedia la representan los sistemas de escritura alfabéticos, como el latino, el griego o el cirílico, en los que cada letra tiende, con imperfecciones debidas a diversos avatares, a representar un fonema.
La posibilidad más analítica es, como hemos señalado, práctica y propia de sociedades cambiantes y que aceptan fácilmente las novedades. La más sintética es propia de imperios milenarios, como el chino y el egipcio. Los más analíticos son más fáciles de aprender; un español que maneje 28 caracteres abarca toda su lengua, mientras que el chino tiene unos 80.000 (según la Wikipedia una persona culta maneja entre 4.000 y 5.000, para leer un periódico se necesitan unos 3.000 y en la educación básica japonesa se estudian 1.945). La forma más extrema de este tipo de escritura requeriría un carácter para cada individuo o rasgo particular y sería concebible sólo en un pueblo sabio e inmortal. Borges anota en ese mismo artículo (aplicado a sistemas de numeración, pero es válido para lenguajes y alfabetos):
Teóricamente, el número de sistemas de numeración es ilimitado. El más complejo (para uso de las divinidades y de los ángeles) registraría un número infinito de símbolos, uno para cada número entero; el más simple sólo requiere dos: Cero se escribe 0, uno 1, dos 10, tres 11, cuatro 100, cinco 101, seis 110, siete 111, ocho 1000... Es invención de Leibnitz, a quien estimularon (parece) los hexagramas enigmáticos del I King.
Efectivamente, sería propio de seres inmortales un sistema completamente sintético y de seres contingentes un sistema analítico, de manera que no tiene sentido que Tolkien atribuya a sus elfos inmortales un sistema analítico ¿quizá lo inventaron, en su gran sabiduría, pensando en las limitaciones de los hombres?
Por supuesto, las fuentes esenciales de este post son el «Apéndice E» de El Señor de los anillos, dedicado a los sistemas de escritura y el artículo de Borges «El idioma analítico de John Wilkins»; si les ha gustado el post pueden leer también los dos anteriores sobre alfabetos Tolkien (1 y 2) si no lo han hecho aún. Si les interesa la heráldica de Tolkien, pueden encontrar informción aquí. La letra capitular está montada sobre un anuncio de la Fundación Internacional Jorge Luís Borges que comemora el vigésimo aniversario de su muerte.
El alfabeto latino es menos analítico, ya que asocia cada carácter arbitrariamente a cada fonema, independiente mente de sus rasgos fonéticos. La arbitrariedad de Tolkien trabaja en un nivel más profundo de los sonidos del lenguaje. Como vimos, el sistema de escritura coreano se sitúa en el mismo nivel de análisis; los sistemas logográficos, como el egipcio antiguo y el chino se situarían en el extremo contrario, ya que cada carácter se identifica con una palabra.
A la izquierda, el emblema heráldico de Fëanor, quien jugó un importante papel en la creación de los alfabetos de la Tierra Media. A la derecha los ocho kua simples y los cuatro kua compuestos de I Ching, formados por la combinación de dos únicos signos; barra continua y barra partida, y que inspiraron presuntamente a Leibnitz la invención de la notación binaria
Pérmitanme una pequeña digresión:
John Wilkins y otros pensadores, tal como nos recuerda Borges en su artículo sobre el particular, concibió un lenguaje analítico en el que el nivel de arbitrariedad de la asociación de cada palabra a su significado funcionara en un nivel más profundo del habitual en todas las lenguas conocidas. En este tipo de lenguajes una sílaba alude, por ejemplo, a un género, la siguiente a una especie, las siguiente a un accidente, etc. de manera que cada palabra puede aplicarse a algo concreto. He aquí algunos ejemplos de estos lenguajes citados por Borges en su artículo:
Wilkins: «de, quiere decir elemento; deb, el primero de los elementos, el fuego; deba, una porción del elemento del fuego, una llama.»
Letellier (1850): «a, quiere decir animal; ab, mamifero; abo, carnívoro; aboj, felino; aboje, gato; abi, herbívoro; abiv, equino.»
Bonifacio Sotos Ochando (1845): «imaba, quiere decir edificio; imaca, serrallo; imafe, hospital; imafo, lazareto; imarri, casa; imaru, quinta; imedo, poste; imede, pilar; imego, suelo; imela, techo; imogo, ventana; bire, encuadernador; birer, encuadernar.»
Este tipo de lenguaje retomaba una idea de Descartes:
Los actores de este drama se dividen en vejetes simpáticos: Borges y Tolkien, y señores en bata peinados a lo Deep Purple; Leibnitz y Wilkins
«[...] mediante el sistema decimal de numeración, podemos aprender en un solo día a nombrar todas las cantidades hasta el infinito y a escribirlas en un idioma nuevo que es el de los guarismos; también había propuesto la formación de un idioma análogo, general, que organizara y abarcara todos los pensamientos humanos.»
Como adivina el lector, esto supone la tarea titánica previa de clasificar el universo en categorías subdivisibles que abarquen cada especie, cada individuo y cada accidente.
No obstante, y volviendo al objeto de nuestro interés, sí entra dentro de la capacidad humana clasificar la totalidad de los rasgos distintivos de todos los fonemas del lenguaje humano, ya que su número es finito y limitado. Si la idea de Descartes es muy ambiciosa aplicada al universo, no sólo es factible aplicada a la transposición del lenguaje a la escritura, sino que sería muy práctico para estudiar la fonética: la adopción de un sistema del tipo propuesto por Tolkien permitiría escribir todas las lenguas humanas con un sistema que simplificaría mucho las notaciones fonéticas convencionales. Por otro lado, una eventual adopción para la escritura en general eliminaría los problemas ortográficos, pero la lengua escrita perdería su capacidad de fijar la norma, quedando sujeta a cambios rápidos similares a los de la hablada.
Fëanor amenazando a Fingolfin; escena del Silmarillion ilustrada por Tom Loback
Recopilando, tenemos dos posibilidades extremas en los alfabetos:
Atribuir un signo convencional a cada entidad aludida.
Atribuir a cada rasgo fonético un trazo convencional; la unión de varios de estos trazos formaría un carácter que permitiría expresar cada fonema.
Una posibilidad intermedia la representan los sistemas de escritura alfabéticos, como el latino, el griego o el cirílico, en los que cada letra tiende, con imperfecciones debidas a diversos avatares, a representar un fonema.
La posibilidad más analítica es, como hemos señalado, práctica y propia de sociedades cambiantes y que aceptan fácilmente las novedades. La más sintética es propia de imperios milenarios, como el chino y el egipcio. Los más analíticos son más fáciles de aprender; un español que maneje 28 caracteres abarca toda su lengua, mientras que el chino tiene unos 80.000 (según la Wikipedia una persona culta maneja entre 4.000 y 5.000, para leer un periódico se necesitan unos 3.000 y en la educación básica japonesa se estudian 1.945). La forma más extrema de este tipo de escritura requeriría un carácter para cada individuo o rasgo particular y sería concebible sólo en un pueblo sabio e inmortal. Borges anota en ese mismo artículo (aplicado a sistemas de numeración, pero es válido para lenguajes y alfabetos):
Teóricamente, el número de sistemas de numeración es ilimitado. El más complejo (para uso de las divinidades y de los ángeles) registraría un número infinito de símbolos, uno para cada número entero; el más simple sólo requiere dos: Cero se escribe 0, uno 1, dos 10, tres 11, cuatro 100, cinco 101, seis 110, siete 111, ocho 1000... Es invención de Leibnitz, a quien estimularon (parece) los hexagramas enigmáticos del I King.
Efectivamente, sería propio de seres inmortales un sistema completamente sintético y de seres contingentes un sistema analítico, de manera que no tiene sentido que Tolkien atribuya a sus elfos inmortales un sistema analítico ¿quizá lo inventaron, en su gran sabiduría, pensando en las limitaciones de los hombres?
Por supuesto, las fuentes esenciales de este post son el «Apéndice E» de El Señor de los anillos, dedicado a los sistemas de escritura y el artículo de Borges «El idioma analítico de John Wilkins»; si les ha gustado el post pueden leer también los dos anteriores sobre alfabetos Tolkien (1 y 2) si no lo han hecho aún. Si les interesa la heráldica de Tolkien, pueden encontrar informción aquí. La letra capitular está montada sobre un anuncio de la Fundación Internacional Jorge Luís Borges que comemora el vigésimo aniversario de su muerte.
26 comentarios:
El problema de los chinos y japoneses, precisamente, es la escasa eficiencia de dispersión cultural que poseen los ideogramas, ya que dificultan el aprendizaje de la lengua a una escala de órdenes de magnitud superior a la de las letras convencionales. Por supuesto, estas no son tan representativas como el sistema hangeul pero al menos, como tú mismo señalas, con saber todos los caracteres se domina el significante de los signos, si no el significado.
Quizá Japón siga un día los pasos de Vietnam que, bajo la influencia colonial francesa y cristiana abandonó los caracteres chinos por los latinos; más sorprendente sería en China, ya que es lo que les permite comunicarse entre ellos, pese a que usan idiomas diferentes: por otra parte los sistemas de escritura informáticos han simplificado los problemas caligráficos.
Por cierto, Illuminatus, en la respuesta a uno de sus comentarios del primer post de esta serie decía que estaba de acuerdo con usted y que los sistemas de escritura de Tolkien no eran muy coherentes con su universo: me refería a las incongruencias que señalo al final de este post.
¿La tía buena que hay al principio del post tiene algo que ver con el tema o sólo está ahí porque está buena?
El chiste está en que aparentemente no tiene nada que ver y, encima, rompe la cuidadosa simetría del resto de las ilustraciones, pero si te fijas es nada menos que un cartel de la Fundación Internacional Jorge Luís Borges que comemora el vigésimo aniversario de su muerte; o sea, que sí que tiene que ver, pero tiene coña.
Ya, me doy cuenta de lo que señalas.
Una cosa, mirando cosas sobre Bizancio en la wikipedia, me encontré con referencias a la guardia Varega, una guardia de corps que el Basileus (Emperador o Rey) poseía y que estaba formada por vikingos genuinos. Aparte de que los nórdicos hacían allí una pequeña fortuna y era un puesto de gran reconocimiento en su sociedad (además de que tenían que cruzar medio mundo en una época en la que la cosa tenía lo suyo), resulta que dejaron inscripciones en algunos lugares como la catedral de Hagia Sophia, donde puede apreciarse una "pintada" inscrita en una pared en genuinas runas.
¡Cuánto lamento no haber sabido antes ese detalle y no haberlo buscado en mi visita a Hagia Sophia de Constantinópoli! (que otros llaman Bizancio, Estambul o aun Mikligarthr, como nos recuerda Borges)
Pero hay una cosa clara, cuando se es el amo del mundo o un héroe, pinta mucho tener una guardia pretoriana de bárbaros indescifrables, o, como mínimo, de exóticos. No sé si está ese punto en la guía del perfecto tirano.
Hola! pasaré por aquí a menudo.Me interesa y tiene un toke cachondo. salud!
Bienvenido.
La verdad es que las guardias de Élite no son imprescindibles: suelen venir bien como última línea de defensa pero ocasionalmente pueden convertirse en un problema si deciden que pueden prescindir del líder último. En ese aspecto hay que buscar una forma de asegurar su lealtad lo más posible.
Personalmente creo en un sistema de durmientes y dobles agentes que se desconocieran entre sí dentro de cualquier cuerpo armado para poder mantener la incertidumbre y la paranoia. Impondría un cierto desgaste psicológico pero también evitaría un golpe inadvertido.
Un buen sistema; me vienen no obstante varios casos a la cabeza en los que un fallo en la cadena pone en peligro al líder con sistemas similares.
En todo caso, a propósito de la guardia exótica, yo pensaba sobre todo en el efecto escénico.
Preacher
Fué una delicia leer esta entrada.
No puedo decir otra cosa que !!felicitaciones !! y quitarme el sombrero ante tu erudición.
La única observación que haría es que hubo sistemas binarios mucho antes de Leibniz. Pero esta observación no tiene mucha importancia.
Gracias, Simbol, viniendo de ti elogio tiene mucho valor.
No obstante, las partes brillantes son, simplemente, citas del mencionado artículo de Borges; yo me he limitado a aplicar esas ideas a los alfabetos de Tolkien.
"La única observación que haría es que hubo sistemas binarios mucho antes de Leibniz. Pero esta observación no tiene mucha importancia." ¡Si que la tiene! Estoy interesadísmo en rastrear las fuentes citadas por Borges; si tienes alguna información de sistemas de base dos antiguos o de textos de los cuales Borges pudiera haber sacado la idea de que Leibnitz se basó en el I Ching, por favor, mándame la referencia.
No es una fuente citada por Borges, pero puedo darte una forma de sistema binario pre-leibniz: la cita un libro interesantísimo que se llama Computing Science in Ancient India (no conozco traducciones, si es que las hay; yo lo conseguí por Amazon).
Encontré un fragmento online. Y si la investigación es correcta, habría habido un sistema binario en India unos 1500 años antes de Leibniz.
Y por lo que estoy estudiando actualmente, lord Bancon cifraba sus mensajes secretos en un sistema binario (justo lo estoy estudiando). Si querés le pregunto un poco a algún profesor entendido para que me de bibliografía disponible sobre este último. Del I Ching la verdad no tengo idea.
No hablo sobre tu post porque siento que cualquier cosa que diga va a estar de más o va a ser estúpida.
Son puros halagos, de todos modos :). Me encantó la idea de base y lo bien llevada adelante que está. Felicitaciones.
Bacon*, no Bancon, y repetí dos veces que lo estaba estudiando. Eso es lo que pasa cuando escribo y busco en google a la vez. Perdón.
Gracias, Malena, por tu aporte. Interesantísimo el fragmento sobre matemáticas indias; gracias también por recordarme la cifra de Bacon: mis lecturas sobre el particular datan de varios lustros y las tenía olvidadas.
Las fuentes de Borges son tantas que tengo mucho trabajo por delante si pretendo abarcarlas todas; pero ¡qué placer y qué maravilla que exista Internet y la Wikipedia! Guillermo de Baskerville lloraría de emoción si lo viera y, yo mismo, que debería estar acostumbrado, estoy al borde de las lágrimas. Este sistema de comunicación me ha permitido también entrar en contacto con gente brillante, como, en este caso, Simbol y tú, que me habéis estimulado para encontrar esta fuente en particular. Me he centrado un momento sobre ella y con una sencilla búsqueda la he encontrado el artículo "Explication de l'Arithmétique Binaire" en el que el mismo Leibnitz explica el sistema de numeración de base dos, tal como lo entendemos actualmente y hace referencia, efectivamente, al I Ching, pero no a otros precedentes. Maravilloso.
Hola, empiezo por comentar el primer post, aunque el tema y los personajes da para mucho, para no perder el hilo vamos por partes.
"El problema de los chinos y japoneses, precisamente, es la escasa eficiencia de dispersión cultural que poseen los ideogramas, ya que dificultan el aprendizaje de la lengua a una escala de órdenes de magnitud superior a la de las letras convencionales." Iluminatus
Bueno, la verdad es que por lo menos los chinos tienen una transcripción a caracteres latinos llamada pin-yin. Esta transcripción usa el alfabeto latino mas 4 signos de acento para indicar el tono; si no hay signo de acento la sílaba tiene 5º tono. Bastante gente aprende chino sin aprender los caracteres, simplemente aprendiendo el pin-yin. Por mi parte pienso que es una pena, ya que quizás parte del encanto del chino son sus caracteres... que nos dan la posibilidad de "imitar" el borgiano sistema de numeración infinito, al asignar a unidades semánticas signos diferentes; así que ya sabeis...aprender chino es acercarse a las divinidades (chinas me imagino...)
Por otra parte, sobre la expansión de una lengua, mucho tienen que ver condiciones externas y económicas mas que internas y estructurales: puede ser difícil para un adulto aprender chino; basta con que se vuelva necesario para que sus hijos lo aprendan desde pequeño sin problema (con caracteres y todo).
Los chinos están orgullosos de su antiquísimo idioma ("la mas antigua lengua viviente") así que por mucho que aprendan pin-yin al aprender sus propios caracteres, no creo que dejen de usarlos, ya que forma parte de uno de sus mitos fundacionales de la nación (como la rev.francesa para los franceses...).
Por último, una idea que he tenido justamente en clase de chino: el chino es una lengua aglutinante según una tipología lingüística. En el examen que pronto tendremos que hacer hay ejercicios en los que hay que escribir un número mínimo de caracteres por frase, y la profesora nos aconsejaba: "como es una lengua aglutinante, basta con añadirle por delante o por detrás a la frase otros elementos hasta estar seguro de tener el número de caracteres necesarios".
Bueno, ahí va mi observación y pregunta: ¿el lenguaje artificial de las matemáticas, es un lenguaje aglutinante? bueno, ahí creo que mezclo conceptos que se aplican a los lenguajes naturales y los uso para los artificiales. Como el lenguaje matemático es extenso y para mí inabarcable, me gustaría reducir un poco el envido. La lógica de primer orden como lenguaje aglutinante: para formar frases, simplemente se añaden elementos, símbolos.
Y si es así...bueno, ¿quizás les sea mas fácil aprender matemáticas a los chinos no? o al menos, lógica matemática.
Sistemas de numeración: a mí me encanta el unario ---> ||||||||||||
sí, ahí va el 12 en sistema unario paloteante. Igual hay unario redondito ºººººººººººº , tb. el 12. Si se fijan al final lo que hay es interelacción entre diferentes sistemas de numeración (..nunca tenemos los números en sí) para explicarles el sistema unario tengo que referirme al decimal...
¿y el binario ? su uso y desarrollo teórico es importante. Pero no olvidemos que ahora lo exploramos con devoción...porque es la base de la rapidez de computación adquirida gracias al uso de ese sistema.
Me gustaría saber quién es el primero que se dice, bueno, podemos representar el 1 binario con el paso de la corriente eléctrica y el 0 binario con la ausencia de corriente. Así que no sólo tenemos el gran invento del binario con 0 y 1, sino, más definitivo aún, el binario con corriente y sin corriente. (es un poco como el unario diferente si es con palotes o redonditos)
Un saludo, veo que los buenos blogs se van apreciando...
felicidades a todos por este lugar de encuentro.
pregunta etimológica: ¿sáben como se decía ámbar en griego?
Como decía más arriba, Nemo, no creo que los chinos renuncien a su sistema de escritura, a demás de las razones aducidas (funcionar como lingua franca entre diferentes idiomas de China y la facilidad informática) hay que tener en cuenta la previsible importancia económica que ganará China en los próximos años, lo que fortalecerá su posición en este ámbito (si las campañas anti-China consiguen dividirla en 100 reinos combatientes otro gallo cantará).
En japón también tienen su sistema de transcripción alfabético, el Rōmaji, equivalente al pin-yin chino.
En la clasificación de lenguas que hizo Humboldt en flexivas (o sintéticas), analíticas (o aislantes) y aglutinantes, hay cierta dificultad para meter al chino, no coincide con las características de ninguna de ellas.
En las flexivas tiene más importancia la morfología y para indicar las funciones de las palabras en la frase se acude a desinencias (declinaciones, conjugaciones, etc.) como en el ruso y el latín. En las aislantes tiene más importancia la sintaxis, las palabras no se declinan o conjugan y su función viene dada por el lugar que ocupan en la frase, como en inglés.
En las aglutinantes se forman palabras uniendo morfemas independientes, como el turco, el coreano y el finés.
Nada de esto ocurre en chino: según tengo entendido, las frases se forma sin desinencias, sin preposiciones y sin orden fijo y tampoco se crean palabras por adición de morfemas. Se podría decir que es aglutinante metafóricamente, aplicado a la formación de las frases y no a la de las palabras.
Visto esto (ha sido una explicación muy rápida, si quieren más ahí está la Wikipedia) si quisiéramos hacer un paralelo, como propones, con el sistema decimal de numeración, el más próximo serían las lenguas aislantes, ya que en estas leguas la misma palabra (por ejemplo "draw" o "hammer", en inglés) puede ser un verbo, un sustantivo según el lugar que ocupe en la frase: "Is a beautiful draw", "I draw a green dragon", a veces pueden ser incluso adjetivos o adverbios. En el sistema decimal el mismo carácter cambia de significado según su posición; unidades, decenas, centenas, etc.
Por otra parte, efectivamente, tiene algo de aglutinante, si consideramos cada carácter un morfema independiente que admite ser combinado con los otros para crear nuevos significados.
Otra cosa: según parece Tolkien se basó en el finés (aglutinante) y el latín (flexiva) para la creación del quenya. Lamentablemente mi ignorancia en quenya es tan perfecta como en finés, por lo que no puedo juzgar las similitudes.
Nota: Ninguna lengua pertenece de manera pura a estos grupos (así, por ejemplo, en inglés existe el sufijo -ed que indica pasado y -s que indica tercera persona; en español el orden sintáctico es bastante libre, pero el más normal ("no marcado") es sujeto-verbo-predicado. Encuentro ahora que clasifican el finés como flexiva con características aglutinantes ¡quién supiera finés para juzgar!
Ambar en griego es Κεχριμπάρι (algo así como "kejrimpri").
q grosso borges.
me cabe tu blog predicador.
morepunkar@yahoo.com.ar
"De ahí la etimología de la palabra electricidad que viene del griego ἤλεκτρον (élektron) que quiere decir ámbar."(kipi-podia)
Era para confirmar una etimología que recordaba; es decir, era para probar mi memoria...
Los alfabetos que propone Tolkien, son un sistema analítico en el que cada trazo de los que componen un carácter está asociado a un rasgo fonético. El alfabeto latino es menos analítico, ya que asocia cada carácter arbitrariamente a cada fonema, independiente mente de sus rasgos fonéticos.
Muy interesante, muchas gracias.
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