o, incluso, «Los alfabetos de Tolkien (1)»
los caracteres de nuestro alfabeto representan cada uno un fonema por pura convención: el carácter 'b' lo pronunciamos como lo hacemos únicamente porque nos hemos puesto de acuerdo para ello, sin que su forma gráfica tenga ninguna relación particular con el sonido.
Tolkien, como filólogo que era, tuvo la idea de que las letras de sus alfabetos se formaran por trazos que representaran rasgos fonéticos (los trazos serían convencionales, pero no las letras formadas según esa convención, ya que su forma dependería de su sonido).
Para describir un fonema necesitamos tres rasgos:
-Si es sonoro o sordo (según haga vibrar o no las cuerdas vocales)
-Punto de articulación
-Modo de articulación
(en realidad hay más rasgos, pertinentes según las lenguas, pero con estas nos vale).
El falso autómata jugador de ajedrez de von Kempelen, conocido como el Turco, en una reconstrucción moderna por Vaughan (tomada de aquí). A la derecha, el rey Sejon el grande (imagen de la Wikipedia)
De esta manera en el alfabeto Tengwar cada carácter está formado por trazos gráficos que se corresponden a un rasgo fonético (en lineas generales, ya que es una forma de escritura muy libre y hay muchas excepciones). Estos rasgos gráficos son un tallo (llamado telco) y un arco (lúva): para completar la sílaba se añade un signo diacrítico que especifica la vocal.
Si 2 es equivalente a nuestra letra 'p' o su fonema correspondiente /p/, escrita con doble arco, 6, pasaría a pronunciarse como nuestra 'b' ( o sea, /b/) la sonora más próxima.
Si 1 es equivalente a nuestro sordo /t/, 5 pasaría a pronunciarse /d/.
El tallo da información sobre el modo de articulación: cuando es largo descendente indica que se trata de un sonido oclusivo (como en los ejemplos que acabamos de ver). Cuando es largo ascendente es fricativo. Los tallos cortos se reservan para las nasales (17, 18, 19, y 20) y para fonemas semivocálicos (22, 23 y24) y la erre suave (21).
La zona de articulación se expresa de diferentes maneras; por ejemplo, dos puntos bajo la letra indican que es palatal. Los arcos, que pueden ser abiertos o cerrados, también parecen tener a menudo relación con el punto de articulación (ya que diferencia, por ejemplo la 'm', bilabial, 18, de la 'n', alveolar, 17).
Sin embargo todo esto se podía adaptar en función de la lengua a la que se quisiera aplicar. En cualquier caso la creación de tal sistema de escritura implica buenos conocimientos de fonética, si bien un usuario que no los tuviera podría aprenderlo como un simple alfabeto memorizando las equivalencias sonoras para su propia lengua. De manera que podemos inferir que en los Días Antiguos los elfos conocían la fonética: lástima que se perdiera su sabiduría, ya que la Historia suele datar sus comienzos en el s.XVIII y atribuirlos a Wolfgang von Kempelen, el constructor del famoso turco jugador de ajedrez. Sin duda comenzó a estudiar los sonidos en su intento de hacer hablar a sus autómatas: este origen, aunque más reciente, no es menos novelesco que el propuesto por Tolkien.
Si 1 es equivalente a nuestro sordo /t/, 5 pasaría a pronunciarse /d/.
El tallo da información sobre el modo de articulación: cuando es largo descendente indica que se trata de un sonido oclusivo (como en los ejemplos que acabamos de ver). Cuando es largo ascendente es fricativo. Los tallos cortos se reservan para las nasales (17, 18, 19, y 20) y para fonemas semivocálicos (22, 23 y24) y la erre suave (21).
La zona de articulación se expresa de diferentes maneras; por ejemplo, dos puntos bajo la letra indican que es palatal. Los arcos, que pueden ser abiertos o cerrados, también parecen tener a menudo relación con el punto de articulación (ya que diferencia, por ejemplo la 'm', bilabial, 18, de la 'n', alveolar, 17).
Sin embargo todo esto se podía adaptar en función de la lengua a la que se quisiera aplicar. En cualquier caso la creación de tal sistema de escritura implica buenos conocimientos de fonética, si bien un usuario que no los tuviera podría aprenderlo como un simple alfabeto memorizando las equivalencias sonoras para su propia lengua. De manera que podemos inferir que en los Días Antiguos los elfos conocían la fonética: lástima que se perdiera su sabiduría, ya que la Historia suele datar sus comienzos en el s.XVIII y atribuirlos a Wolfgang von Kempelen, el constructor del famoso turco jugador de ajedrez. Sin duda comenzó a estudiar los sonidos en su intento de hacer hablar a sus autómatas: este origen, aunque más reciente, no es menos novelesco que el propuesto por Tolkien.
Thorin Escudo de Roble en la adaptación a dibujos animados de El Hobbit de 1977. Los enanos eran hábiles mineros, herreros y orfebres, pero ignorantes en lo tocante a la fonética
Un antecedente podría ser la escritura hangul: sin llegar a inventar la fonética como tal, el idioma coreano, debido a la gran cantidad de fonemas que tiene, produjo un sistema similar al de Tolkien, atribuído al rey Sejong el Grande, que vivió entre los años 1497 y 1450. En este sistema cada carácter es una sílaba formada por la adición de rasgos gráficos que definen los fonéticos de las consonantes (como en las Tengwar) y otro rasgo que indica la vocal correspondiente (equivalente a los diacríticos que vemos sobre las letras élficas). En el esquema de abajo pueden ver los trazos coreanos que indican el punto de articulación de manera muy gráfica. No estaría mal adoptar un método así de sistemático para estudiar fonética, mejor que los arbitrarios alfabetos fonéticos.
Esquema extraído de Alfabetos de ayer y hoy, donde pueden encontrar más detalles sobre este apasionante sistema de escritura
Tolkien creó también las Cirith (o angerthas) para sus mundo de ficción, cuya invención se atribuye igualmente a los elfos. Funcionan de manera similar a las Tengwar, solo que en lugar formarse de tallos y arcos, se forman de tallos y ramas: así, 18 que equivale a /k/ fonema sordo: al doblar la rama se sonoriza, de manera que 19 se le como /g/ de Gandalf.
Los enanos, por razones de las que hablaremos en la próxima entrega, se decantaron por esta escritura rúnica, adaptándola a sus gustos y necesidades, según su lengua, con diversas innovaciones; lo que dio el sistema conocido como angerthas Moria (en la tabla de arriba). Ya hemos visto que se trata de un sistema analítico que permite expresar los rasgos pertinentes en cualquier lengua (ya que se puede convenir que tal o cual trazo corresponde a tal o cual rasgo fonético en una lengua dada) sin embargo, en las adaptaciones enanas (algunos cambios de valor y nuevos caracteres, marcados en el cuadro con una estrella) no se tienen en cuenta las reglas de formación de las letras, es decir, todas estas innovaciones son asistemáticas, por lo que podemos afirmar con seguridad que, a diferencia de los elfos, los enanos no sabían fonética, como queríamos demostrar.
No se pierdan, próximamente, «Por la adopción universal de los alfabetos Tolkien» y «Caligrafías de la Tierra Media».
10 comentarios:
En un primer momento intentamos utilizar los caracteres élficos integrados en el texto: con poco éxito, ya que sólo funcionaba si el lector tenía esas fuentes instaladas en su ordenador. Hemos editado la entrada de manera que, cuando en el texto se hace referencia a un carácter, se indique por el número que le identifica en las tablas que ilustran el artículo.
Impresionante... no puedo decir otra cosa. Me he quedado con la boca abierta.
Un saludo!
Gracias, Rosenrod, celebro que le haya gustado; le invito pues a los dos post que completarán la serie; uno más reflexivo sobre la aplicación que podrían tener estos alfabetos artificiales en el mundo real y otro sobre su caligrafía.
Grande Preacher!
Vuestra sapiencia es legendaria y merecerla ser parte de la obra de Tolkien.
Todo esto prueba que Tolien se pasaba de listo tres pueblos: los lenguajes son sistemas surgidos de forma caótica y reformados de forma organizada y sistemática mucho después de su asentamiento (si no, compruébese que aunque el castellano era muy similar en las formas de habla de hace unos cuatro siglos, su grafía era más bien distinta).
De todos modos hay que darse con un canto en los dientes respecto al castellano, ya que la inter-relación grafía-fonema es bastante mejor que en lenguas como las anglosajonas (los spelling bees no llegarían muy lejos por aquí) o no digamos ya en el chino y el japonés, lenguas que presentan una tremenda dificultad para el aprendizaje y que, por extensión, facilitan los elitismos y segregaciones sociales.
"Los lenguajes son sistemas surgidos de forma caótica y reformados de forma organizada y sistemática mucho después de su asentamiento" Bueno, nunca se llegan a "asentar", siempre están en proceso de mutación, en realidad esa sistematización de la que hablas solo ralentiza un poco el proceso. A demás, una cosa es un idioma y otra su forma de escritura. Nada impide crear un sistema artificial al estilo Tolkien, como hizo el rey Sejon con éxito en Corea.
Por otra parte el mundo de Tolkien no es el nuestro: hay dioses (Los Valar ¡que algunos personajes han conocido personalmente!) que crearon a los elfos y les dieron el habla, ya formada, por infusión; fenómeno que no tiene ningún paralelo en el mundo real.
¿Todo esto quiere decir que no estoy de acuerdo con usted cuando dice que "Todo esto prueba que Tolkien se pasaba de listo tres pueblos"? En absoluto, no puedo estar más de acuerdo: sí que es la prueba; en realidad, desde el punto de vista de su propio mundo ficcional, no tiene ningún sentido que los elfos inventaran tales sistemas de escritura; el desarrollo en un próximo post.
"Joer", chavalote, eso de que los enanos estuvieran desfonetizados me va a dejar sin dormir una de noches...
No es para menos; pobre gente sin fonética.
impresionante, tenía curiosidad por el origen de los alfabetos creados por Tolkien y su funcionamiento, y he quedado completamente satisfecha y asombrada de lo lógicos que son... seguiré buscando información, pero muy buen post.
Muchas gracias :)
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