miércoles, 18 de mayo de 2011

En mareas misteriosas: apostilla

En la narración fantástica la causalidad es más rigurosa que en las pretendidamente realistas: la causalidad en la realidad es tan compleja que resulta menos intuitiva, menos verosímil para un relato que la limitada, ordenada y fatal causalidad de la fantasía.
Quien primero identificó esta ley de la narración fue Borges; nos previene, a propósito de los escritores de realismo «psicológico», de que «han demostrado hasta el hastío que nadie es imposible: suicidas por felicidad, asesinos por benevolencia; personas que se adoran hasta el punto de separarse para siempre, delatores por fervor o por humildad... esa libertad acaba por equivaler a al pleno desorden.» (Introducción a La Invención de Morel).

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En el ensayo «El arte narrativo y la magia» desarrolla la cuestión y, al final, resume: «He distinguido dos procesos causales: el natural, que es el resultado incesante de incontrolables e infinitas operaciones; el mágico, donde profetizan los pormenores, lúcido y limitado. En la novela, pienso que la única posible honradez está con el segundo. Quede el primero para la simulación psicológica.».

Tras ver la película, los peores temores expresados en el post precedente se han confirmado. Los principales errores de la saga son dos: la violación de la ley expuesta más arriba y el olvido de la base de la narración cinematográfica, es decir, administrar la información con imágenes en movimiento.

Eso sí, los artistas de grafismo digital y dirección artística han hecho un gran trabajo.

2 comentarios:

RnB dijo...

Quizás no debería escribir este escolio, pues no he visto la película y en las fechas que estamos es improbable que la vea hasta que salga en DVD.
No entiendo los dos primeros párrafos de esta entrada. ¿Dice Morel que fue Borges quien descubrió que hay un lenguaje en la narratología? No lo creo (Aunque a veces hay que ser un genio para descubrir lo evidente. Aún recuerdo la sensación de tomadura de pelo que tuve cuando me enunciaron el teorema de Rolle). Y ¿es esto una ley? Pues parece que puede infringirse con fines literarios, ya sea en un entorno absolutamente fantástico (P.K.Dick) como realista (Ibsen)
Bueno: Qué tienes un lector muy ignorante que te agradecería que pusieras uno o dos ejemplos de lo que quiere decir.

Evil Preacher dijo...

La verdad es que es un post de los más denso y críptico, gracias por intervenir y darme la ocasión de aclararlo un poco. En todo caso, desarrollaré lo que aquí cuento en algún post más adelante:

En toda narración se establece un pacto de verosimilitud entre el narrador y el lector que no debe ser violado.En Superman aceptamos que éste vuele y que vaya en pijama y no que salga de un río con el pelo seco, no porque sea más inverosímil que el vuelo o el pijama, sino porque quedaba fuera del pacto.

En la primera película de los piratas la motivación principal de Jack era vengarse de Barbossa: llevaba años persiguiéndolo. Otro elemento del pacto importante era que si faltaba una sola moneda del tesoro, toda la tripulación estaba maldita. Esos dos pilares del pacto se ignoran cuando el ansia de venganza de Jack desaparece (digamos que hace irrelevante toda la trama precedente) y cuando el mono roba una moneda del tesoro y solo él es afectado por la maldición.

Son solo dos ejemplos, pero la saga está cuajada de ellos, porque impone un pacto de ficción con muchas clausulas (demasiadas y no las establece desde el principio, sino que va añadiendo y revisando continua y confusamente) y encima luego las ignora, lo que hace que el espectador acabe perdiendo interés por la trama.

Esta falta de rigor siguiendo las reglas que la misma historia genera es más grave en este tipo de relato, ya que el género fantástico necesita todavía más rigor que el realista, por dos razones:

-Primera: hay elementos que el lector/espectador no puede tomar de su conocimiento general del mundo, porque son propios de ese universo ficcional particular y las claves para leer esa ficción ha de ser dadas por esa misma ficción (también pueden venir del conocimiento del género, pero ya veremos eso).

-Segunda: la causalidad de la magia es más unívoca y limitada que la causalidad real; todo ha de encajar rigurosamente. Esta es la idea que identifica Borges en los dos textos que cito: el prólogo a La invención de Morel» y «El arte narrativo y la magia».

Igual me he pasado al llamarlo ley, pero, al menos en el caso del Los piratas del caribe, la violación de este principio de manera sistemática perjudica mucho y es uno de los dos lastres fundamentales de la narración.

El otro lastre es que la información relevante se da en largos diálogos (junto con mucha otra irrelevante) y las confusas escenas de acción no aportan ninguna, quedando desligadas de la trama. Esto es poco cinematográfico, lo propio es dar información con imágenes en movimiento. Naturalmente, no es una regla fija, pero el romperla, de nuevo sistemáticamente, hace que estas películas resulten aburridas y una peli de piratas aburrida es como un bocadillo de chorizo sin chorizo.