si hay una película grande, esa es sin duda, The Searchers, 1956. Ha sido inevitable llegar a ella debido a la influencia que ha ejercido en películas de las que hemos hablado y de las que hablaremos en el futuro (Star Wars, Encuentros en la tercera fase, Porco Rosso, etc.). Sin embargo, es también una de las películas más analizadas de la historia del cine y ¿quién este humilde predicador para pretender decir algo que no se haya dicho ya? De modo que no emprenderemos aquí tal análisis (que, por otra parte, necesitaría una ambiciosa serie de artículos). El verdadero objetivo del post será señalar, de manera esquemática, algunos de los motivos recurrentes en la narrativa de John Ford y los ejemplificaremos con elementos extraídos principalmente de esta película (pero también de otras).
Ante todo quisiéramos aclarar, en deferencia a los parroquianos americanos, que se trata de Más corazón que odio, aunque en España se estrenó como Centauros del desierto (si añadimos el título francés; La prisionera del desierto, prácticamente nos han contado la película).
Centauros es, por si alguien no la ha visto, una largo viaje, una búsqueda: nada original, ya que se adscribe a la tradición del clasicismo homérico.
Elementos recurrentes en la narrativa de John Ford:
-El conflicto del mestizaje y, más ampliamente, la aceptación de un individuo extraño en una comunidad. En The Searchers es el tema principal sobre el que pivota toda la acción. No sólo se busca a una niña raptada (y por ende, criada) por los indios, de muchos de los personajes se sugiere que tienen sangre india; por supuesto de Martin (Jeffrey Hunter) que tiene un octavo de cherokee, pero también del reverendo-capitán Clayton (el carismático Ward Bond) e incluso el racismo intransigente de Ethan (John Wayne) parece ocultar la vergüenza de su sangre mezclada; sin embargo practica costumbres indias (cree en sus supersticiones escatológicas, corta cabelleras, conoce la lengua y el protocolo, etc.). Vemos esto en otras películas de John Ford, por ejemplo en Dos cabalgan juntos.
-División del espacio entre el exterior salvaje (el desierto) que se identifica con el viaje y la aventura y el interior, hogareño y sedentario que se concretiza en el símbolo de la mecedora junto a la chimenea. Este elemento impregna toda la película (directamente relacionado con el mestizaje) lo explicita el personaje de Mose (interpretado por de Hank Worden): su locura y su sangre mezclada le impiden acceder a su soñada mecedora. El conflicto de Ethan y de los demás personajes es muy similar.
Un tejado sobre su vieja cabeza y su propia mecedora junto al fuego,
eso es todo lo que quiere Mose Harper
eso es todo lo que quiere Mose Harper
-Hombres muy duros y mujeres... muy duras también. En esta división del espacio los Hombres se asocian al exterior y las mujeres al interior. Sin embargo estas se adaptan, cuando es necesario, al desierto (como en La legión invencible) mientras que los hombres (aguerridos y fuertes como los que más) se sienten torpes en el interior y son fácilmente intimidados por las mujeres (tropiezan, enrojecen, tartamudean...) especialmente por las que aman, pero las viejas son de armas tomar. Hay que señalar que si las mujeres de Ford tienen siempre un carácter muy fuerte y son temibles de mal humor, también saben ser tiernas (aunque no aparezca en Centauros, recordemos a la maravillosa Maureen O'hara que podría representar el arquetipo de mujer fordiana).
Esto ocurre prácticamente en todos sus trabajos; citemos, por ejemplo Corazones indomables o El hombre tranquilo.
En relación con el punto anterior, cabe destacar que el porche de la casa representa a veces un punto intermedio entre el interior y el exterior: en muchas películas es allí donde el galán se atreve, por fin, a declarar su amor a su bella, con más o menos balbuceos.
-Pelea a puñetazos. Ford puede contar muchas cosas con una buena pelea. Representa un punto álgido en la relación entre dos hombres y también un gran acontecimiento social, en el que participa toda la comunidad. Las de Centauros y del Hombre tranquilo se cuentan entre las favoritas de un servidor. La causa suele ser una mujer.
-Humor burdo. Ford parece tener miedo de caer en el sentimentalismo. Cuando una escena es muy emocionante, al borde de la lagrimilla, replica inmediatamente con un chiste burdo: alguien se cae de culo, un sargento maltrata a un soldado a golpes de barriga, o (como ocurre en ésta) descubrimos, inmediatamente después del gran clímax de la película, que el soldado bisoño acabó pinchando en el culo con su sable al reverendo-capitán Clayton .
Si bien quedan fuera muchos elementos, tanto argumentales como técnicos, que merecerían estudio (tal vez en el futuro volvamos sobre este gran director) estos puntos, como ven, son muy recurrentes y, de alguna manera, podrían definir el carácter de Ford. Quisiera pedir a los parroquianos más fieles que los tengan presentes porque recurriremos a ellos en un post próximo.
La acción comienza con Ethan (que pertenece al desierto) llegando al hogar de su hermano, que había optado por el interior y acabó casándose con la mujer que le estaba destinada a él. Podemos ver The Searchers como la dolorosa lucha de Ethan por acceder a ese espacio que le esta vedado, incapaz a sacrificar su individualismo y su libertad por su tribu.
Origen de las ilustraciones:
La letra capitular es la modificación de un dibujo de Luky Luke, © 2001 Xilam/Lucky comics, las capturas de pantalla de The Searchers seguramente son propiedad de la Warner. La foto de Maureen O'Hara procede de una página web que no decía su origen, pero parece tomada de The Quiet Man.
8 comentarios:
No negaré nunca el mérito de John Ford como padre del Western respetable (serio, solvente, con una historia con transfondo interpretativo) pero soy más del Spaghetti Western de Leone por motivos estéticos y de realismo.
Leone hizo un oeste más realista tanto por los exteriores naturales como por las enormes cantidades de polvo y la moralidad inexistente de sus personajes. Sus historias no tienen tanto matiz como en los casos señalados en ésta de Ford pero son igual de humanos. Además, me priva el uso del expresionismo fílmico japonés. Hay planos de la trilogía del Hombre sin Nombre que parecen puro kabuki o Nô.
Comparto tu entusiasmo por el spaghetti western, Illuminatus; por los buenos, como los que mencionas, por supuesto; incluso algunos de los malos (que hay muchos) me hacen gracia.
Muy interesante la comparación del estilo de Leone con el teatro japonés, intentaré fijarme de ahora en adelante ya que, hasta la fecha, no he tenido ocasión de iniciarme ni en el kabuki ni en el nō. Por otra parte, como sabes, suele marcarse la irrupción de la influencia japonesa en el oeste con Los siete magníficos, por supuesto; que no es spaghetti, pero le falta poco.
Sin embargo los western de Ford son un viaje muy distinto. Confieso que hace poco vi La carga heroica y salía con lágrimas en los ojos mientras me preguntaba porqué me emocionaba tanto si el tema tratado, la camaradería militar, jamás me ha interesado lo más mínimo.
Supongo que será porque nunca me lo habían enseñado, pero jamás concebí que un western pudiera analizarse así. Creo que se debe a que en mi infancia, este tipo de pelis no eran más que un divertimento y punto, y conforme fueron pasando los años no les presté atención. Pero tengo ganas de ver alguno ahora que ya ha pasado el tiempo.
Tradicionalmente ha habido géneros considerados como menores y, por lo tanto, la crítica y el análisis no se ocupaban de ellos. Hace mucho que el western clásico dejó de serlo, en particualr John Ford, que se considera desde hace décadas como alta cultura.
Por otra parte, desde que existen los blogs, ya no hay géneros menores y toda creación artística tiene su análisis y sus bibliografía virtual.
Nota: debido a que el post siguiente ha aparecido muy rápidamente, esta conversación se ha continuado en sus comentarios.
Obra maestra absoluta. Yo soy más de Spaghetti, pero la solidez de esta película no ha sido igualada por ninguna del género.
Me quedo con todo el simbolismo que encierran sus imágenes. Ford podría echar balones fuera y no dar ninguna importancia a lo que hacía ("soy John Ford, hago películas del oeste") pero sólo hay que ver los planos con los que se abre y cierra la película para ver que estamos ante todo un autor. (SPOILER Ese plano final, con la puerta cerrándose y "condenando" a Ethan a ser un incomprendido dentro de la comunidad, es de quitarse el sombrero)
P.d: A mí tampoco me interesan los temas que trata Ford. Me interesa como los trata.
Cierto, Ford iba de no intelectual, pero no engaña a nadie. Efectivamente ese plano inicial de Ethan llegando desde el desierto hacia la casa y el último, quedándose fuera de la casa, encierran todo el sentido de la película. Sin embargo hay una densidad increíble de escenas llenas de simbolismo y que, curiosamente, no hacen pesada la acción.
Por su parte Porco Rosso comienza también definiendo el aislamiento relativo del protagonista (vive en una isla desierta, pero con teléfono, radio y periódico) y el último plano nos le muestra perdiéndose en la lejanía, muy de western.
Enhorabuena por el artículo. Soy un gran admirador de la película comentada y del director, y el artículo me ha refrescado con lucidez aspectos definitivos de su grandeza. Sobre la influencia citada en los escolios ejercida por el cine japonés sobre el western a propósito de Los siete samuráis y Los siete magníficos, cabe decir que esta influencia es bidireccional, dado que Kurosawa confesó su admiración profunda por el cine de John Ford (antes de hacer Los siete samuráis). En cuanto a la comparación del western fordiano con el spaguetti western, no me parece mérito suficiente ser más realista. El odio acumulado en el interior de Ethan por los indios y su lucha interior por superarlo, así como la incapacidad para la integración, me parecen más "realistas" que cualquier nube de polvo o barba sin afeitar de Leone (del que admiro profundamente Érase una vez en América).
Solo añadir dos apuntes sobre Centauros del desierto: el tema de los conflictos de mestizaje, endogamia y exogamia (el trasfondo moral-sexual es muy intenso: la sobrina blanca que ya habrá parido varios hijos indios desde muy joven, como se llega a expresar) siempre me pareció ir muy de la mano del intenso rojo sanguíneo del desierto.
Y en cuanto a la estructura, habría que llamarla especular, en cuanto que los conflictos entre los dos personajes principales se repiten, en generaciones distintas, de modo que lo vivido por el joven remite a lo que vivió el mayor (el amor frustrado por haber tenido que abandonar la comunidad...)
En fin, habría mucho más que contar, pero creo que ya es bastante por hoy. Lo dicho, enhorabuena por el artículo.
Gracias, Anónimo, por su comentario. Me alegra que haga mención a otros aspectos de la película que no he podido tratar (por razones de espacio y porque me interesaba resaltar sobre todo los aspectos de los que echo mano más tarde en el artículo sobre Porco Rosso). En particular la repetición en Matin de la historia de Ethan es un nivel de la película que me encanta; se puede ver ahí su redención, ya que al final Martin entra en la casa (y consigue a la chica, que viene a ser lo mismo).
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