La literatura se nutre en ocasiones de asuntos fantásticos e improbables, en otras de experiencias baladíes que le ocurren a cada cual, como el amor y la muerte. En el que tratamos hoy confluyen ambas corrientes.
La fantasía de conservar un objeto traído de un sueño es muy común. Su forma literaria se la dio Coleridge, en una reflexión que dejó inédita, hasta que apareció en una recopilación bajo el título Anima Poetæ:
La fantasía de conservar un objeto traído de un sueño es muy común. Su forma literaria se la dio Coleridge, en una reflexión que dejó inédita, hasta que apareció en una recopilación bajo el título Anima Poetæ:
“If a man could pass through Paradise in a dream, and have a flower presented to him as a pledge that his soul had really been there, and if he found that flower in his hand when he awoke - Aye! and what then?”
Borges dedica a este breve texto un ensayo, dentro del volumen Otras inquisiciones. Lo traduce así:
«Si un hombre atravesara el Paraíso en un sueño, y le dieran una flor como prueba de que había estado allí, y si al despertar encontrara esa flor en su mano… ¿entonces, qué?».