Muy provechosas y santas, baluarte contra el pecado y refugio en la tribulación, como el agua de la fuente clara para el ciervo, son las palabras de los santos hombres para el creyente. Inauguramos por ello hoy una nueva sección, «pensamientos píos», en la que presentaremos citas atribuidas por la tradición a santos, beatos y otros creyentes sobre cuya piedad, devoción y buen criterio no existan dudas. A veces añadiremos un breve comentario, sobre todo para explicar quién era el personaje o su contexto, ya que las frases suelen ser bastante elocuentes por sí mismas. He aquí la primera:
«Inclina la cabeza, orgulloso sicambrio, doblega humildemente tu cuello. Adora lo que has quemado y ¡quema lo que has adorado!»
Palabras de san Remigio mientras bautizaba a Clodoveo (finales del s. V) que nos han sido transmitidas por san Gregorio de Tours. Si la primera frase busca, de manera transparente para un lector moderno, un orgasmo del ego, una afirmación narcisista por sentirse por un momento por encima del mismo rey, la segunda propone el programa doctrinal y de conducta para el catecúmeno. Comprendemos la importancia de esto si tenemos en cuenta que junto a Clodoveo fueron bautizados sus 3000 soldados, una fuerza considerable que podía quemar mucho, convirtiendo así a Francia en la «hija mayor de la Iglesia», apodo del país galo en la tradición católica reciente: cardenal Langénieux, Marthe Robin, Juan Pabo II, etc. También debió mejorar su imagen entre los galo-romanos, católicos, cuyo apoyo necesitaba en su guerra contra otros jefes germánicos.
Hay fotos, señores. Observen como el Espírtu Santo baja y trae en el pico, directamente desde el cielo, un frasquito con el santo crisma con el fueron ungidos los reyes de Francia durante siglos.
Fue, en efecto, una maniobra político-militar que aseguró la preponderancia del cristianismo trinitario en occidente, frente al arrianismo y al monofisismo que triunfaba en otras regiones de lo que había sido el Imperio Romano.
7 comentarios:
Ya veremos si aquí en casa hubo algo parecido, que los Visigodos eran Arrianos de los buenos. Que lástima que de eso no se acuerde nadie, aunque sea la actitud general hacia la doctrina.
¡Hay fotos, señores! jajaja
Interesante la nueva sección.
Saludos.
Los cultos o sectas desaparecidos en favor de la Iglesia Romana tienden a caernos mejor, pero dado que la política y el poder cuentan más que la doctrina, no cabe duda que, de haber prevalecido, hubieran sido tan sanguinarios y lamentables como la ICAR.
Por supuesto, siempre que sea posible corroboraremos la veracidad de los decires y milagros de los santos con fotos :P
Mmmm! Prometedora su nueva sección. Los pensamientos píos esconden muchas cosas sí... Mi favorita es Hildegard von Bingen, y sus visiones "pías" que la llevaron a despilfarrar en velos de seda, coronas de oro y perfumes para ella y sus monjas bajo el pretexto de gustar a su marido (Dios): "...la mujer no debe crecerse en sus cabellos ni adornarse ni llamar la atención con coronas ni cosas de oro, si no es por voluntad de su marido y para complacerle en justa medida"...
No sé por qué me perdí este post. muy bueno, saludos.
Gran mujer esta Von Bingen ¿cómo y quién decidirá la «justa medida» de gustar al marido? Supongo que el confesor. Gracias por traernos noticia de ella, Caviar Girl.
Gracias, Arias.
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